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Debate petrolero

 

 
 

Pterocles Arenarius

 
     
     
  La discusión del momento en México es, quién lo duda, acerca del destino del petróleo. Hay un punto en el que –inmensa ganancia– todos estamos de acuerdo: que el petróleo no se privatizará. Hasta los panistas que con admirable histeria defienden las propuestas de su presidente Calderón: “No se venderá ni un tornillo de Pemex”, dicen.  
 

Ahora el debate se encuentra en un momento candente: los legisladores del llamado Frente Amplio Progresista (FAP) han tomado, desde el pasado jueves, las tribunas de las sendas cámaras legislativas, prestándose así al escarnio de las televisoras que los presentan a cuadro durmiendo en el suelo o en las curules, como si eso hicieran siempre; otros legisladores piden la intervención de la fuerza pública para que los desalojen y se instaló la permanente histeria de muchos leedores televisivos de noticias que despotrican ante cámaras y micrófonos exigiendo que los hagan picadillo o bien poco menos. El presidente del Partido Acción Nacional, Germán Martínez Cázares, se refiere a los fapistas como si estuvieran locos, dice que al tomar las tribunas cancelan el debate. ¿Qué no tomaron las tribunas para exigir el debate y no la aprobación fast track de la iniciativa calderonista?

 
 

En la televisión se habla de las mujeres que apoyan a López Obrador como mitoteras, alborotadoras y violentas. Desde el gobierno y su partido se habla de que la vida parlamentaria corre peligro por esta acción de los opositores a la iniciativa de Calderón. ¿Dónde está la verdad?

 
 

La secretaria de Energía, Georgina Kessel, presentó un diagnóstico en el que muestra a Pemex como una verdadera catástrofe y eso le sirve de argumento para justificar que compañías privadas, nacionales y extranjeras, intervengan en Pemex, la apoyen y hasta la salven. Pero esta señora no menciona que el gobierno, a través de la Secretaría de Hacienda, se lleva hasta el 80 por ciento de los ingresos de Pemex. ¡Pues claro que cualquier compañía se va directamente a la quiebra si se saquean así sus recursos!

 
 

La iniciativa calderónica pretende que las compañías privadas, nacionales y extranjeras, hagan trabajos que el artículo 27 constitucional explícitamente atribuye con exclusividad a la empresa nacional que hace del petróleo monopolio y a su través, propiedad de la nación, no del estado, mucho menos del gobierno, sino de todos los mexicanos.

 
 

En la iniciativa de Calderón se dice: “Sí, el petróleo es nuestro, pero quienes lo trabajarán –refinándolo, transportándolo, distribuyéndolo– serán las compañías privadas”. El petróleo vale por sí mismo, y vale mucho. Sacarlo del subsuelo cuesta 4 dólares por barril y en el mercado se vende en unos 90 dólares. Es un negociazo. Pero si le agregamos valor, es decir, le agregamos el trabajo de transportarlo, cuesta más. Si lo refinamos para convertirlo en gasolina o en miles de productos que derivan de él, vale más, mucho más todavía. Y se le da trabajo a mexicanos, lo que tanta falta hace, antes de que se vayan a Estados Unidos a dejar allá su trabajo, el único que genera riqueza. Y eso, desde la búsqueda de más petróleo, su transporte, su refinación y su distribución, lo puede hacer Pemex, es más, lo ha hecho por décadas.

 
 

Si se autoriza que las compañías privadas busquen, extraigan, transporten, refinen y hasta vendan nuestro petróleo, ¿entonces para qué servirá Pemex?, ¿sólo para otorgar contratos como los que han hecho más famoso de lo que ya era el joven secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño? Digo, porque el sistema de corrupción tanto en Pemex como en el sindicato permanece intocado.

 
 

Todo el alegato me hace pensar algo muy sencillo ¿de verdad pensarán los panistas que debilitando (ellos, asombrosamente, lo llaman fortalecer) a Pemex, poniéndolo en manos de las compañías privadas todo será mejor para México? Recordemos nuestra experiencia con Teléfonos de México, compañía que ha logrado colocar como el hombre más rico del mundo a su propietario, Carlos Slim, mientras los mexicanos pagamos el servicio telefónico como uno de los más caros del mundo.

 
 

¿Esas compañías que harán el trabajo que se le quitará a Pemex pagarán tanto de impuesto al gobierno como lo hace el monopolio petrolero mexicano? Si en este momento cuarenta centavos de cada peso que utiliza el gobierno los obtuvo de Pemex, ¿así obtendrá de ganancias el gobierno si le da todo el trabajo a las empresas privadas?

 
 

Pemex, quién lo duda, es la gallina de los huevos de oro. ¿Por qué dejar que otros la administren, que otros hagan su trabajo? ¿Eso no es privatizar a Pemex? Admitamos que no. Pero sí es convertirla en un simple testigo de la producción de riqueza, la que habrá que pagar y las compañías extranjeras (o mexicanas) jamás pagarán ni la mitad de lo que paga Pemex de impuestos.

 
 

Con respecto a la profusa campaña del tesoro escondido en el fondo del Golfo de México a unos tres mil metros de profundidad, hay dos cuestiones que no se saben a ciencia cierta: una es que dicen expertos que aún hay gran cantidad de petróleo en la superficie del territorio nacional, que el 75 por ciento de sitios con probables reservas petroleras en superficie y aguas someras no está explorado. ¿Entonces por qué la urgencia de ir a explorar en aguas profundas?

 
 

Y el otro asunto dice que ningún país está explorando, todavía, a tres mil metros de profundidad en este momento. Entonces ¿qué está pasando?, ¿por qué –otra vez– la urgencia de ir a explorar en aguas profundas? ¿Nos miente el gobierno?

 
 

Dejar a Pemex sin qué hacer ¿no es privatizarlo?, ¿entonces qué es si todo lo que hace Pemex, lo harán compañías privadas? Creo que el gobierno nos miente.

 
 

Pero vamos más allá. Si hay un empeño por privatizar Pemex de una manera mentirosa, ¿por qué quieren hacerlo? Si hay mentiras de por medio, entonces no hay perdón, podemos pensar lo peor, es más, estamos obligados a ello: los contratos de Mouriño son ciertos y este funcionario, el segundo en importancia en el gobierno federal, está haciendo negocios aprovechándose del cargo, entonces Felipe Calderón quiere volverse archimillonario con las mochadas que le dejarán los contratos que regalará a las empresas nacionales y extranjeras, españolas, como Repsol.

 
 

Entonces sí se explica que el PAN no quiera un debate nacional. Entonces sí se explica que el PAN-Gobierno condene que hayan tomado las tribunas del Congreso de la Unión y diga que con ello se cancela el debate, cuando lo que se pide es precisamente el debate, pero real.

 
 

Y si todo esto es así, estamos peor que nunca. Estamos en manos de un gobierno peor que los peores gobiernos priístas que saquearon a México durante sesenta y cuatro años (excluyamos los seis años de Lázaro Cárdenas).

 
 

Entonces hay que apoyar la movilización en favor del debate. Finalmente, si hay debate real, nacional, no perdemos nada. En cambio si se aprueba la iniciativa calderónica, posiblemente perderemos incluso la posibilidad de que alguna vez se metiera en cintura a los funcionarios corruptos, al sindicato, corruptísimo, de Pemex, a la posibilidad de cambiar un poco a este martirizado país.

 
     

15 de abril, 08

     
 

PEMEX: temor a socializar el debate

 
 

por César Cruz

 
     
     
     
     
     
 

 

 

 
 

Horrorosísima blasfemia en San Roque por Pterocles Arenarius

 
     
     
 

Declaración de Principios sobre la Tolerancia

 

 
     
     
  De tolerar y tolerancia  
     
     

16 de noviembre, día Internacional de la Tolerancia

www.unesco.org

www.un.org/spanish/

 

 

 

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El carisma

 
     
     
 

Mujer y equidad: la otra cara de la moneda

 
 

... según César Cruz Islas 

 
     
 

¿La otra cara de la moneda?

 
     
     
 

Declaración Universal de Derechos Humanos

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

   
 

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