Carta de Rafael Barajas Durán "el Fisgón" en respuesta a 
						la carta de los 650 "intelectuales"  
						
						 
		
						 
		
						
						El jueves 17 de septiembre, un grupo de 
						650 exfuncionarios, empresarios, comentaristas, 
						artistas, científicos e investigadores, divulgaron un 
						documento titulado “En defensa de la libertad de 
						expresión”, en el que sostienen que ésta se encuentra 
						“bajo asedio” en nuestro país y que con ello “está 
						amenazada la democracia”. Critican el discurso 
						presidencial porque “estigmatiza”, “difama”, “agravia a 
						la sociedad”, “degrada el lenguaje público”, “rebaja la 
						tribuna presidencial”, “profiere juicios y propala 
						falsedades” y “siembra odio y división” en México.
						
						
						Acusan, además, que tras las palabras del 
						presidente Andrés Manuel López Obrador “han llegado la 
						censura, las sanciones administrativas y los amagos 
						judiciales a los medios y publicaciones independientes”, 
						y atribuyen una declaración desafortunada de Paco 
						Ignacio Taibo II (Director del Fondo de Cultura 
						Económica), –hecha a título personal y de la que se 
						retractó de inmediato– al efecto de los dichos del 
						mandatario.
						
						
						Los firmantes aprovechan la oportunidad 
						para denostar al jefe de Estado porque, según ellos, “ha 
						despreciado la lucha de las mujeres y el feminismo” y 
						“el dolor de las víctimas por la violencia”, “ha 
						ignorado los reclamos ambientalistas, ha lesionado 
						presupuestalmente a los organismos autónomos, ha tratado 
						de humillar al Poder Judicial y ha golpeado a las 
						instituciones culturales, científicas y académicas”.
						
						
						La amplia y libre difusión que ha 
						alcanzado el texto de marras niega de manera contundente 
						su principal aserto: que la libertad de expresión está 
						“bajo asedio”. En los más de 21 meses transcurridos 
						desde el 1 de diciembre de 2018 nadie ha sido presionado 
						al silencio por el Ejecutivo Federal, ningún informador 
						u opinador ha sido hostigado, despedido, detenido, 
						procesado, torturado, desaparecido o asesinado por 
						consigna de la Presidencia y el debate público está más 
						vivo y vibrante que nunca en la historia moderna del 
						país. Lo que es claro es que los firmantes querrían 
						suprimir ese debate, amordazar al Presidente y 
						reinstaurar el monólogo y la verdad única que imperó 
						hasta hace dos años bajo el corrupto régimen neoliberal 
						y el aparato mediático oligárquico en el que muchos de 
						los firmantes aparecían como amos y señores del 
						pensamiento, el análisis y la crítica y que imponía un 
						monólogo legitimador de saqueos, violencia de Estado, 
						corrupción, frivolidad y desaseo electoral. Estamos, 
						pues, ante un exhorto que supuestamente llama a defender 
						la libertad de expresión y que es, en realidad, un 
						llamado a amordazar al mandatario más legítimo que ha 
						tenido México desde hace muchas décadas.
						
						
						Los autores del desplegado no pueden 
						demostrar un solo acto de censura porque no lo ha 
						habido. Su único argumento es una sanción administrativa 
						impuesta a la empresa editora de Nexos, no por lo que se 
						publica en ella sino porque falsificó un documento del 
						Infonavit. No hay tampoco “amagos judiciales” a “medios 
						y publicaciones independientes” sino la revisión general 
						de los vínculos corruptos e inmorales entre el poder 
						público y empresas privadas que fueron distintivo del 
						régimen anterior, independientemente de que las segundas 
						fueran productoras bienes de consumo, servicios o 
						publicaciones.
						
						
						Otro tanto puede decirse de 
						organizaciones “ciudadanas” que eran en realidad 
						tapaderas para el saqueo del erario, el lavado de dinero 
						y la privatización indebida de bienes públicos y de 
						facultades y responsabilidades gubernamentales. Es 
						sabido que algunos de esos membretes usaron como máscara 
						la filantropía, las causas de género, el ambientalismo y 
						hasta la defensa de los derechos humanos, pero no por 
						ello deben gozar de impunidad y mucho menos conservar 
						sus privilegios indebidos. En cuanto a las pretendida 
						“lesión presupuestal” a organismos autónomos”, el 
						escrito hace referencia a las políticas de austeridad 
						establecidas por el gobierno federal a las que se 
						resisten los directorios de algunos de esos organismos, 
						cuyos miembros se han beneficiado de la opacidad, el 
						despilfarro, las percepciones principescas y las 
						prestaciones obscenas e injustificables en el contexto 
						de carencia en el que vive más de la mitad de la 
						población.
						
						
						Quienes por décadas endilgaron adjetivos 
						infamantes, despreciaron las luchas del pueblo, hicieron 
						campañas de odio y descrédito en contra de los 
						opositores –fueran candidatos presidenciales, campesinos 
						en lucha, víctimas de la violencia o maestros en 
						resistencia–, quienes ensalzaron hasta la ignominia a 
						gobernantes corruptos y criminales, hoy temen que “el 
						odio llegue al río”; una vez más exhiben su elitismo y 
						su desconocimiento del pueblo de México y de su 
						civilidad profunda. El perdurable repudio popular que 
						padecen no es producto de las expresiones presidenciales 
						sino consecuencia inevitable de su deshonestidad 
						intelectual y de su complicidad, obsecuencia y 
						cortesanía para con un grupo gobernante que dejó al país 
						en ruinas. Aun así, más allá de la repulsa ciudadana, no 
						tienen nada que temer.
						
						
						En suma, la supuesta “defensa de la 
						libertad de expresión” alegada por los firmantes del 
						documento de marras es, en realidad, un intento por 
						sacar del debate la voz presidencial, expresión legítima 
						de la mayoría absoluta de los ciudadanos; sus quejas 
						apuntan, en realidad, a acotar en forma ilegal e incluso 
						golpista las facultades y atribuciones legales del 
						Ejecutivo federal; sus quejas buscan recuperar los 
						privilegios que han perdido y sus advertencias revelan 
						el temor que tienen a perder la impunidad absoluta con 
						la que varios de ellos hicieron grandes negocios al 
						amparo del poder.
						
						
						Celebramos y defenderemos con convicción 
						la irrestricta libertad de expresión que impera en el 
						país y el estado de derecho que, después de décadas de 
						criminalidad gubernamental, empieza a convertirse en 
						realidad en México. Que los firmantes del texto 
						comentado hablen con plena libertad y que no pretendan 
						callar a nadie. Su abusivo monopolio de la palabra ya 
						terminó y no volverá nunca.