Sequía Moderada en el Valle de
Tulancingo
Por Gloria Valencia Vargas
¡Rayos y centellas!, espesas
nubes negras se posan sobre los cerros que rodean el Valle de Tulancingo y
amenazan con fuertes lluvias que finalmente se van y se llevan la esperanza de
todos, algunos días nos dejan lluvias ligeras que no calman la sequía.
A pesar de los pronósticos de
lluvias fuertes en la región, el agua se queda suspendida en el cielo y no cae
al suelo, la situación es preocupante para gran parte de la población, sobre
todo para los productores del campo quienes han visto cómo las cosechas de maíz
se secan; “las milpas se están acebollando”, el comentario es el mismo en los
campos de temporal en Acatlán, San Pedro, Santa María Asunción, El Susto, etc.
La presa del Tejocotal y otros
cuerpos de agua presentan bajo nivel del preciado líquido, la laguna de
Tecocomulco, considerada como el tinaco del valle de Tulancingo, se ha
convertido en una serie de islotes y poca agua.
Este panorama de sequía nos hace
recordar algunos pasajes de la novela el LLANO EN LLAMAS del escritor Juan Rulfo:
NOS HAN DADO LA TIERRA
Faustino dice:
-Puede que llueva.
Todos levantamos la cara y
miramos una nube negra y pesada que pasa por encima de nuestras cabezas. Y
pensamos: "Puede que sí."
(…)
Cae una gota de agua,
grande, gorda, haciendo un agujero en la tierra y dejando una plasta como la de
un salivazo. Cae sola. Nosotros esperamos a que sigan cayendo más y las buscamos
con los ojos. Pero no hay ninguna más. No llueve. Ahora si se mira el cielo se
ve a la nube aguacera corriéndose muy lejos, a toda prisa. El viento que viene
del pueblo se le arrima empujándola contra las sombras azules de los cerros. Y a
la gota caída por equivocación se la come la tierra y la desaparece en su sed.
(…) Hemos vuelto a caminar.
Nos habíamos detenido para ver llover. No llovió. (…) Con todo, yo sé que desde
que yo era muchacho, no vi llover nunca sobre el llano, lo que se llama llover.
Regresemos a las páginas del
“LLANO en LLAMAS”:
LUVINA
—Pues sí, como le estaba diciendo. Allá llueve poco. A mediados de año llegan
unas cuantas tormentas que azotan la tierra y la desgarran, dejando nada más el
pedregal flotando encima del tepetate. Es bueno ver entonces cómo se arrastran
las nubes, cómo andan de un cerro a otro dando tumbos como si fueran vejigas
infladas; rebotando y pegando de truenos igual que si se quebraran en el filo de
las barrancas. Pero después de diez o doce días se van y no regresan sino al año
siguiente, y a veces se da el caso de que no regresen en varios años.
“... Sí llueve poco. Tampoco o casi nada, tanto que la tierra, además
de estar reseca y achicada como cuero viejo, se ha llenado de rajaduras y de esa
cosa que allí llama ‘pasojos de agua’, que no son sino terrones endurecidos c
omo piedras filosas que se clavan en los pies de uno al caminar, como si allí
hasta a la tierra le hubieran crecido espinas. Como si así fuera.”
La literatura nos acerca a veces
a nuestra realidad, a la situación actual que estamos viviendo. Hasta el próximo
viernes.
Hasta la próxima.
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lolvalart@hotmail.com.
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