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RECUERDOS DE SEPTIEMBRE
Por
Gloria Valencia Vargas
Llegó septiembre, el mes de las fiestas patrias y con él llegan a nuestra mente
los recuerdos de ese Tulancingo de los años 50, cuando esta ciudad conservaba
aún su belleza y elegancia, cuando se podían recorrer las calles y la periferia
tranquilamente.
Al
empezar el mes de septiembre, iniciaban los preparativos en las escuelas para un
evento muy importante:
“El
desfile del 16 de Septiembre, para los escolares era una especie de aventura;
salir de la escuela a la calle para ensayar las Tablas gimnásticas que durante
el desfile se presentaban y que culminaba en el Campo Deportivo; además de
disciplina, se requería esfuerzo para marchar en orden y gallardía como los
soldados, casi siempre el desfile culminaba con éxito si los fuertes aguaceros
lo permitían.
Cotidianamente se preparaba el uniforme de gala, estrenar las calcetas y los
guantes, comprar la boina, lavar el saco o mandarlo a la tintorería, limpiar los
botones dorados, quienes participaban en la banda de guerra limpiaban el tambor
o la trompeta con Brasso. Buscar un palo de escoba lijarlo, pintarlo, además,
forrarlo con listones de colores o con papel crepe, o bien un arco al que se le
agregaban flores de papel; o el ula-ula forrado de papel metálico, había muchos
objetos que se utilizaban para este propósito.
Por
fin llegaba el gran día “el 16 de septiembre”, a las 8 de la mañana, las
escuelas y demás contingentes se concentraban casi siempre en la calle de Ocampo
para iniciar el recorrido por las principales calles incluyendo parte de la
Floresta para terminar en el Campo Deportivo, donde se presentaban las Tablas;
la competencia era muy dura, pues los estudiantes de cada escuela se pulían y se
lucían.
“A
la voz de ¡atención!, ¡firmes ya!, ¡marcar el paso ya!, ¡paso redoblado ya!
Iniciaba el gran desfile y quien lo abría y lo encabezaba era la Banda de Guerra
de la Lezama, que era calificada como una de las mejores de la República, no se
podrá olvidar el garbo y galanura de estos muchachos. Les seguían las diferentes
escuelas como el Pedro de Gante, la Padilla, la Aquiles Serdán, el Plancarte, la
Isaac Gonzáles, la Benito Juárez, la Manuel de la Colina o las Batas Blancas, la
Martín Urrutia y algunas otras que con los años se sumaron a la lista de
escuelas. Posterior a los colegios desfilaban los contingentes, de la Benemérita
Cruz Roja, los Bomberos, la tropa Militar y por último las bellas amazonas a
caballo y los charros, por cierto, éstos se llevaban grandes aplausos de padres
de familia y público en general que se arremolinaba en las calles o que
aplaudían desde las casas y balcones los que eran adornados con banderitas y
festones de colores patrios.
Este
evento trascendental no se habría llevado a cabo sin el trabajo y la
organización de un excelente y querido maestro, el Profesor Carlos González
García, hombre tenaz, sencillo, sin poses ni protagonismos, así era el Profesor
Carlos; maestro de educación física que cotidianamente llegaba a los diferentes
colegios e impartía la clase y que era parte muy importante del programa
escolar. El maestro Carlos, como todos lo conocíamos, siempre vestido con
uniforme blanco, con una sonrisa y con bigote muy de esa época, de carácter
jovial, parecía que nunca se cansaba ya que por las tardes organizaba torneos de
básquet ball y de voleil ball, inter-colegios, fue además instructor de
educación física de la milicia, cuyo cuartel se encontraba en la manzana que hoy
ocupa la escuela Miguel Hidalgo. Nos enseñó cómo mantener el cuerpo saludable
con una rutina diaria de ejercicios.
En
el desfile del 16 de septiembre y del 20 de noviembre el Profesor Carlos
dirigía, como muchos decimos “el solo” pero con el auxilio de los maestros de
cada plantel.
“En
honor a este gran maestro, un recuerdo donde quiera que esté”.
Gracias a Ana María Lases, a Aracely Valencia Vargas y al compañero Melesio
Beltrán por su valiosa información.
Hasta la próxima.
Sus comentarios serán bien recibidos y
tomados en cuenta si los envía a:
lolvalart@hotmail.com.
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