LA ALFARERÍA DE
TULANCINGO
Por Gloria Valencia Vargas
En la mayoría de las cocinas
mexicanas encontramos las cazuelas, ollas y jarros en las estufas, en las
alacenas anteriormente se colgaban en las paredes. Estos objetos de barro han
sido parte de nuestro vivir, sobre todo en la alimentación e inspirando ricos
platillos como: Mole de olla, Tamal de cazuela, Frijoles de la olla o Pollo en
cazuela.
Un mole poblano se cocina en
grandes y bellas ollas, la comida mexicana se antoja más si se muestra y ofrece
en platones y cazuelas de barro elaborados con las hábiles manos de los
artesanos.
En Tulancingo, estos objetos se
elaboraban en los talleres que se ubicaban en Avenida del Trabajo y se vendían
los días jueves, piezas variadas de barro, no solamente de cocina sino de ornato
como una gran variedad de macetas, alcancías como los famosos puercos, los
bonitos jarritos de la feria de Los Angelitos, incensarios etc. Con el tiempo
estos talleres desaparecieron.
En el CATÁLOGO DEL PATRIMONIO
CULTURAL DEL ESTADO DE HIDALGO se hace la siguiente descripción sobre la
alfarería en Tulancingo:
“Al igual que el trabajo
textil, la alfarería fué una actividad, muy difundida en la región de
Tulancingo. Existen evidencias arqueológicas de que desde el periodo preclásico
ya era importante esta actividad. La existencia de sellos y moldes antiguos, que
algunos alfareros han ido rescatando y atesorando y que presentan cierto
parecido con material cerámico encontrado en Huapalcalco, sugieren un continum
histórico de esta actividad.
“Hacia 1950, existían alrededor
de 40 talleres en la zona. Actualmente solo elaboran cuatro o cinco…”
Se han encontrado restos de
cerámica en Tulancingo, que corresponden al preclásico 600 años a C. en
Zazacuala, y muestran una extraordinaria belleza y calidad, lo que nos hace
reconocer la importancia de esta actividad.
En los años 80 y 90 todavía se
podían comprar macetas y macetones de barro gruesos y resistentes, casi frente a
los Angelitos, algunos aún perduran en nuestras casas.
El trabajo de un alfarero es
muy laborioso, hay varios pasos para trabajar el barro, material con el que se
fabrican los objetos de cerámica:
“El proceso de trabajo se
inicia con la extracción y acarreo del material al taller que se hace en
camiones materialistas que cobran hasta 150 mil pesos (de viejos pesos) por
flete. El barro se extrae de lugares aledaños a Tulancingo.
“Ya en el taller se coloca el
material en unos depósitos a manera de estanques o piletas. Se agrega agua y se
agita la mezcla de modo que se separan lo más posible las impurezas y restos
vegetales…
“Conforme se va usando, el
barro debe ser amasado para lo cual se usa un golpeador de piedra con empuñadura
conocida como pata de elefante.
“Existen dos métodos alfareros
: el torno y el empleo de moldes, siendo el primero usado solo por artesanos muy
experimentados, ya que su manejo requiere de gran habilidad y destreza…”
Lo anterior fue informado por
el Sr. Daniel Mendoza que hace treinta años era considerado uno de los mejores
alfareros de Tulancingo y quien concedió esta entrevista para la publicación del
catálogo:
“Nuestro informante se
caracteriza por ser uno de los artesanos más versátiles y creativos de su
gremio, ya que además de alfarería doméstica, elabora figuras humanas, animales,
adornos para fiestas, imitaciones arqueológicas y otras… Procede de una familia
de alfareros, perteneciendo probablemente a la quinta generación.” Trabajo de
investigación: Arq. Antonio Lorenzo Monterrubio, Arqlga. Carmen Lorenzo
Monterrubio, Antrop. Arturo Vergara Hernández, 1991.
Hasta la próxima.
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