Cuando el invierno en su arrojado reto,
																									
																										es desierto y frío que corta la piel
																									
																										y no hay caricias que sepan a miel
																									
																										ni lágrimas que vuelen contra el viento…  
																									
																										 
																									
																										Un matecito de amor compartido
																									
																										es gesto de renacida esperanza,
																									
																										es el ir por otras notas en danza
																									
																										y el abrazar de la tierra en el nido.
																									
																										 
																									
																										No es el mate, ni siquiera es el nido,
																									
																										es querer la tolerancia, traerla
																									
																										del pozo, donde herida se ha perdido. 
																									
																										 
																									
																										¡Ah, su brillo de paz, de madreperla!
																									
																										¡Ah, mi sueño, que por su amor, suspiro!
																									
																										¡Ah, si pudiera acaso, poseerla!