.poema 
				en arco y flecha. 
				
				 
				
				
				
				De 
						
						
						
					
	.En una suerte de 
	poemas 
				II.
				
				 
				
				
				 
				 
				
				
				
				 
				
				
				El alarbe desde su silla
				
				
				dirigía los embates
				
				
				por dañar a la ella ella
				
				
				por atraparla en sus garras
				
				
				lanzaba lazadas
				
				
				y a sus cercanos
				
				
				con manganas los colocó
				
				
				a obligarlos con sentimientos
				
				
				de sangre en las venas
				
				
				a su progenitor
				
				
				y hermanos en línea 
				
				
				segunda y tercera 
				
				
				–y de línea 
				
				
				segunda y tercera–
				
				
				y su adorada génita
				
				
				atados a atarla,
				
				
				–su adorada génita
				
				
				que con atadura 
				
				
				en permanencia vivía–,
				
				
				sentimientos encontrados
				
				
				en choque explosión
				
				
				con humo colorido
				
				
				de la Xiut presente
				
				
				–y de gran dolorido–
				
				
				en manganas la colocó
				
				
				
				 
				
				
				
				fue el embate duro
				
				
				
				que días y días duró
				
				
				
				de lágrimas por infancia
				
				
				
				y vida que creció,
				
				
				
				fiero ataque 
				
				
				
				que reforzaban 
				
				
				
				escribientes vendidos
				
				
				
				y poetas atrapados,
				
				
				
				mas a la tristeza sobrepuesta
				
				
				
				ella muy ella la respuesta
				
				
				
				dio y en el clavo 
				
				
				
				a sus querellas de ayeres
				
				
				
				perdidos y los lisonjeros
				
				
				
				cuánto urgió recordar
				
				
				
				cuanto cedió y recibió
				
				
				
				por nudos desatar
				
				
				
				cuán dura la batalla
				
				
				
				y lecciones en enormidad,
				
				
				
				cuánto amor hubo
				
				
				
				de lanzar por librarse
				
				
				
				incólume de tales daños
				
				
				
				en floreo de reatas
				
				
				
				de perdón y luz 
				
				
				
				a los malhechores aquellos 
				
				
				
				que rodeaban la silla del alarbe,
				
				
				
				el malévolo y perverso
				
				
				
				que sin alma ni corazón
				
				
				
				con otros de sus raíces mismas 
				
				
				
				en secrecía lucubraba
				
				
				
				por juntos ritos celebrar
				
				
				
				por su filia agria conservar
				
				
				
				y reinante hacerla continuar
				
				
				
				en ese año siguiente
				
				
				
				de aquella época de guerra
				
				
				
				tramposa y traicionera 
				
				
				
				 
				
				
				
				de esa guerra los frentes 
				
				
				
				aun tan humeantes
				
				
				
				pérfidos y rastreros
				
				
				
				tenían de frente
				
				
				
				derrota inminente,
				
				
				
				momento de crueldad mayor
				
				
				
				sin embargo,
				
				
				
				y entrega a la lucha cruenta
				
				
				
				forzaba a los pobladores de luz
				
				
				
				que con sus arcos y flechas 
				
				
				
				luz amor perdón disparaban
				
				
				
				estoicos y aguerridos 
				
				
				
				por alcanzar la justicia 
				
				
				
				y la paz tan anheladas
				
				
				
				 
				 
				 
				
				 
				 
				
				
				
				 
				
				
				
				 
				
				
				 
				 
				 
				 
          	
            				            					
								
				            					
									
					
					
					
					
					
					
									
									
									
					
					
					
							
							
							
							
					
					
									
            				
												            					
					
							
									
									
					
												            					
            				
                				
												            					
							
												            					
								
												            					
								
								            					
								
												            					
									
							
		
		
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