.poema contendiente.
				
				
				
				De 
						
						
						
					
	.En una suerte de 
	poemas 
				II.
				
				 
				
				 
				
				
				
				 
				
				 
				
				
				
				Entre el día y la noche
				
				
				en 
				el horizonte
				
				
				
				truenos y luz
				
				
				
				negrura y humo
				
				
				
				avistaban los pobladores
				
				
				
				algunos que a sus ojos
				
				
				la 
				Luz les permitía
				
				
				
				otros solo negrura
				
				
				
				otros solo Luz
				
				
				 
				
				
				y 
				ella de un lado
				
				
				a 
				otro corría
				
				
				
				cuidando los flancos
				
				
				de 
				lances prestos
				
				
				a 
				fulminar
				
				
				
				cuantos seres de luz
				
				
				
				atisbaran
				
				
				y a 
				la ella ella
				
				
				
				desde su pueblo
				
				
				
				donde porros encendidos
				
				
				en 
				trato firmado
				
				
				con 
				color en tríada
				
				
				
				disparaban contra todo
				
				
				por 
				báculo sostener
				
				
				con 
				amenazas oscuras
				
				
				a 
				pobladores en inmóviles
				
				
				
				postraron
				
				
				para 
				entre ellos
				
				
				
				ganar las contiendas
				
				
				
				impedir a todo ser de luz
				
				
				su 
				avance
				
				
				por 
				uno de ambos
				
				
				asir 
				el báculo
				
				
				
				sobre ese territorio
				
				
				 
				
				
				los 
				pobladores tras sus cortinas
				
				
				
				ocultos temieron
				
				
				con 
				las manos en alto
				
				
				
				rezaron flores y pétalos
				
				
				por 
				sus vidas
				
				
				sus 
				hijos y sus nietos
				
				
				que 
				ni el pestañeo
				
				
				a su 
				vista 
				
				
				sólo 
				felinos vigías
				
				
				
				consolaban su espanto
				
				
				y 
				las madres presurosas
				
				
				
				tejían mantos
				
				
				que 
				abrigaran del gélido
				
				
				aire 
				de aquellos hades
				
				
				
				ahora posados en sus alféizares
				
				
				 
				
				
				
				mientras tanto
				
				
				esos 
				ambos y sus huestes
				
				
				
				arreciaban sus embates
				
				
				a 
				todos los flancos
				
				
				de 
				la ella aquella
				
				
				y el 
				jefe aquel
				
				
				que 
				su esbeltez presumía
				
				
				con 
				engaños
				
				
				
				vahos sórdidos y acres
				
				
				bajo 
				su puerta deslizó,
				
				
				con 
				rapidez ella y su Luz
				
				
				
				empuñaron espada
				
				
				que 
				haz de su punta
				
				
				
				lanzó y extinguió
				
				
				el 
				azote que tal hombre
				
				
				
				perseguía
				
				
				 
				
				
				en 
				sus alcobas
				
				
				tal 
				hombre a oscuras
				
				
				
				fumándose un porro
				
				
				
				pergeñaba planes
				 
				
				 
				 
				
				
				
				 