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11 de abril, 2014
De mitos y Leyendas
por Cristina de la Concha
De mitos y leyendas, unos que prevalecen
en el inconsciente colectivo son los de brujería, a los que
conscientemente la mayoría de las personas responden “eso no existe”,
“no se puede creer en eso”, “es charlatanería”, y un sinfín de fórmulas
evasivas que bien pueden significar escepticismo pero también miedo,
ignorancia u ocultación.
Si bien es cierto que la ciencia ha demostrado exhaustivamente la
charlatanería detrás de estos artificios,
quizás,
de acuerdo con los creyentes,
no debamos dejarlos de lado o debamos hacerlo con la
conciencia de que así se evita que surtan efecto en nosotros,
como aseguran.
La brujería ha sido un medio utilizado
desde tiempos ancestrales, el que historiadores y científicos han
justificado como una forma de manipular a los creyentes y una forma en
que, sin los conocimientos que ha aportado la ciencia, los creyentes se
explicaban ciertos sucesos o fenómenos de la naturaleza.
Hoy día, se habla de manejo de energía y
que puede ser utilizada para bien o para mal, es decir que los que la
practican “trabajan” en la “luz” o en la “oscuridad”. Todos aquellos que
realizan este tipo de trabajo -generalmente llamados “curanderos” en
este país-, para provocar un mal, por mínimo que sea, a otro, están en
la “oscuridad”, pero recibirán el triple en consecuencia, a lo que
llaman “karma”. Los budistas creen, asimismo, en el dharma, que es que
todo acto que beneficie a otros, a la humanidad,
atrae buen karma.
México no está exento de estas prácticas,
por supuesto, más bien desarrolló el chamanismo ampliamente en épocas
prehispánicas, e incluso se dice que los toltecas cultivaron el
chamanismo blanco y lo transmitieron a otras culturas mesoamericanas.
Y pululan las
historias sobre brujería, nahuales, “entierros”, daños, muerte, lo que
hace innegable que
esta práctica sea más frecuente
de lo que se cree, aunque sigue siendo objeto de
escepticismo, un escepticismo que contribuye a la ocultación existente
debida a los grandes daños que persigue, lo que hace casi imposible
hacer un recuento con comprobación de hechos, lógicamente quien la
practica o la utiliza a través de curanderos y brujos, no va a
admitirlo, y sólo podríamos contar con algunas víctimas que pudieron
constatarlo por sí solas pero que, a falta de pruebas, les es imposible
eliminar la incertidumbre que arroja el recuento, aun cuando existan
testigos de los males que coincidan con hechos incriminatorios.
Muchos seguramente se han preguntado
alguna vez por qué hay tanta gente que nunca hace nada malo y siempre le
va mal, o por qué por más que lo intente le sigue yendo mal, por qué hay
enfermedades que parecen surgir de la nada, por qué hay quienes obedecen
a otros de manera estupidizada no por una remuneración sino simplemente
así: como estúpida; por qué suceden incidentes que parecen haber sido
movidos por una mano invisible; por qué de repente una persona reacciona
de una manera inexplicable, inesperada, o sufre un cambio de
personalidad improcedente, incomprensible, de un segundo a otro, sin
tener realmente una razón, ¿simple bipolaridad?; por qué hay personas
que tienen demasiada buena suerte, a quienes sin hacer prácticamente
nada la vida parece estar premiando constantemente con buenos negocios,
excelentes puestos, ingresos inmejorables, becas, herencias de tíos
desconocidos, nunca se enferman y hasta se sacan la lotería… a cada
rato, y, cuando se conversa con ellas creyendo que han de ser unas
luminarias, uno se percata de que son iguales que todas las personas y
que su coeficiente intelectual es como el promedio, ¿por qué?, si bien
se sostiene que es por los contactos, la familia, a través de los cuales
alcanzan estatus de privilegios, hay quienes carecieron de esos
contactos y tienen esa suerte, ¿por qué? ¿el destino, la vida? ¿Dios?
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