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  El 8º ENCUENTRO ESTATAL-NACIONAL  DE ESCRITORES VERACRUZ  
 

10 de mayo, 2007

 
   

 

 
 
8º ENCUENTRO ESTATAL-NACIONAL  DE ESCRITORES VERACRUZ
 
CÓRDOBA - FORTÍN DE LAS FLORES - YANGA
 
27 - 29 de abril

El ENCUENTRO

 

Reseña por Jorge Hernández Utrera

 

Reseña fotográfica

 
Reunión del Comité Nacional de Encuentros Literarios con culTuralcingo, A.C., y la  Academia de Extensión Universitaria y Difusión de la Cultura de la FES Zaragoza para llevar a cabo su 2º Encuentro, en Tulancingo.
 
 
De Tamaulipas, José Romero Salgado
 
Del D.F., De Canibalismo y Otras Filias de José Antonio Durand
Félix Pacheco con  su Pre Textos Poéticos, y  
Enrique Escalona del Moral
 
de Tuxtepec, Oaxaca: 
Viridiana Blanco
Antonio Ávila-Galán
Ibis Villegas Cuadriello
Héctor Cortazar González
 
de Celaya, Javier Malagón
 
de Nayarit, Queta Navagómez
 
de Tulancingo, Cristina de la Concha
 

 

 
 
Catedral de la Inmaculada Concepción, Córdoba.

 

 
 
 
 
 
Palacio Municipal de Fortín de las Flores

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

José Romero Salgado

 

 

LARGA JORNADA HACIA  LA NOCHE

 

La noche que papá nos abandonó yo estaba dormido. Tenía seis años entonces y aún podía conciliar el sueño. No se despidió de mamá, de mi hermana Isabel y por supuesto de mí tampoco. Recuerdo que esa noche nos ordenó dormir temprano y así lo hicimos sin saber que era la última vez que lo veríamos.

   Me llamo Ricardo, como él, tengo  cuarenta y tres años y desde aquella noche me cuesta trabajo conciliar el sueño. Me paso las noches mirando el techo de nuestra habitación, o finjo que duermo para no molestar a Leonora, mi esposa. Ella sí duerme bien, yo en cambio no recuerdo lo que es dormir como se debe.

  Tenemos un hijo de seis años, no le quise poner mi nombre, que es el de mi padre como ya les dije, le pusimos Patricio y él duerme como todos los niños deben de hacerlo; tranquilo, sin sobresaltos y toda la noche. 

   Esto de padecer insomnio me ha llevado a leer cantidad de libros sobre los desórdenes del sueño y he probado toda clase de remedios, pero ninguno ha funcionado hasta hoy. Formo parte de ese grupo de hombres y mujeres que padecen sonambulismo, narcolepsia, piernas inquietas, apneas o insomnio, todos desórdenes del sueño. Nada de estos libros me han ayudado para dormir en paz, por eso llevo en mi rostro las ojeras que atestiguan mis largas noches de vigilia.

   Trabajo en una editorial  y reviso manuscritos para ser publicados, los recibo, corrijo y en algunas ocasiones recomiendo para su publicación. Además doy clases en una universidad, Leonora es educadora y terapeuta infantil y entre ambos las vamos pasando y lidiando con las cosas de la vida.

   Mi madre murió hace unos años  y nunca nos dijo ni a Isabel o a mi la causa por la que nuestro padre nos abandonó, si ella lo supo se lo llevó a la tumba. De mi padre no hemos vuelto a saber nunca más, supongo que es mejor así, digo, no saber, de esta manera nos imaginamos lo que se nos ocurra.

   Mi hermana Isabel si duerme bien, ella no tiene problemas de sueño, vive sola a sus cuarenta años, era tan pequeña que no recuerda a papá, yo en cambio aunque no quiera lo tengo siempre presente. Muchas veces platicamos de él, aunque a últimas fechas ya no lo hacemos tanto, es como si el tema hubiera sido agotado.    Yo en cambio he leído sobre el asunto también, la gente desaparece o huye más de lo que pudiéramos imaginar; un buen día salen y no regresan, dejan atrás a una familia que se pregunta que hicieron mal para que eso pasara. Es como si se hubiera suicidado sin dejar nota alguna y la familia no encuentra explicación.

   Durante años nos echamos la culpa de lo sucedido, después viene el coraje por el abandono y finalmente la resignación. Y con ella esta sensación de vacío que no se como explicar.

   A veces me pregunto que cosas hubiera hecho con mi padre; jugar béisbol, andar en bicicleta, entregarle el título universitario, aunque no creo que algo de esto le hubiera importado. Su ausencia es diferente a la de mi madre ahora fallecida, a ella la llevo en el corazón y en ocasiones acudo al panteón a conversar con ella, en cambio a mi padre lo llevo metido en el estómago y con él puedo hablar donde quiera que me encuentre, pero no es como con mi madre.

   Aquellos que se van, lo hacen sin saber como le joden la vida a quienes dejan atrás, o si lo saben, pues no les ha de importar. Y ¿Adonde se van? A veces me pregunto si soy capaz de salir un día de casa y no regresar más. En ocasiones salgo a trabajar y me digo ¿Y si no regreso? Tomo rumbo a la oficina y elaboro mentalmente diversos destinos y ocupaciones que emprendería si lo hiciera.

   Dicen que los hijos de alcohólicos o de padres golpeadores heredan su conducta, yo me pregunto si aquellos padres que abandonan el hogar ¿Heredan a sus hijos lo mismo? Y si me fuera ¿Adonde me iría? Quienes desaparecen se llevan las respuestas de las preguntas que nos hacemos los que fuimos abandonados. 

   Seguro que mi padre se hizo de otra familia, misma que tarde o temprano habrá de abandonar también. ¿No lo creen? Sucede más frecuente de lo que imaginan, les digo. 

   Cuando me asaltan estos pensamientos en las largas noches de insomnio, de abandonar mi hogar, como lo hizo mi padre, me levanto y me introduzco a la habitación de Patricio y me quedo largas horas por la noche, viendo como duerme en paz y tranquilo. En algunas ocasiones lo veo tan sereno que me pongo a llorar sin poderlo evitar. Y es entonces que me doy cuenta que no me importar pasar por este insomnio con tal de verlo dormir así, pues parece que lo hace también por mí.  Y sé que a la mañana siguiente que salga a mi trabajo, esa es una razón más para volver  a casa todos los días y poder llevarlo a la cama, acostarlo para que se duerma mientras le cuento historias de lo que haremos en los años por venir y supongo que por eso duerme tranquilo, por que al otro día siempre me encuentra dormido y desvelado al pie de su cama. 

 

 

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