|  | 
            
                
                
                |  |  |  |  
						|  | 
						
								
						
						
						Para el Diablo Apacible, alias Saúl 
						Ibargoyen |  |  
						|  | 
						
						
						por
						
						Marisa DSantos 
						en el 
								
						
						reconocimiento 
						al
										
								
						
						
								
						poeta |  |  
                
                |  |  |  |  
						|  | 
						Carta del 
						poeta Félix Pacheco   |  |  
                |  |  |  |  
						|  | 
						
								
								Donación 
						de libros a Tulancingo |  |  
						|  | 
						
						
						
						de los argentinos  María Encarnación Anadón  
						
						
						
						
						y 
						Franco 
						Gariboldi |  |  
						|  | 
						
						
						al Centro Universitario del Oriente de 
						Hidalgo |  |  
						|  |  |  |  
						|  | 
						
						Desde 
						Argentina, carta  |  |  
						|  | 
						
						
						de agradecimiento a la comunidad toda 
						de la localidad de Tulancingo, |  |  
						|  | 
						
						de María Encarnación Anadón  
						
						
						
						y 
						Franco 
						Gariboldi |  |  
                
                |  |  |  |  
				|  | 
				
				
				Saúl Ibargoyen: el2º Encuentro Latinoamericano de Escritores |  |  
						|  |  |  |  
                
                |  | 
				Palabras inaugurales del Presidente de la Sociedad de Escritores 
				del Centro de México, 
				
				
				
				Javier Malagón: |  |  
                
                |  | 
				La Poesía, Luz de Futuro |  |  
                
                |  |  |  |  
				|  | 
				
				Éxito del 
				2º Encuentro Latinoamericano de Escritores |  |  
                
                |  |  |  |  
									
                |  | 
				
				
				Libertad de decisión de ser
				
				 |  |  
									
                |  | 
				por
                
        		
				
				
        
                Pterocles Arenarius |  |  
									
                |  | 
				en el aniversario del 
				Monumento al Escritor Latinoamericano |  |  
									
                |  | 
				el  
        		
        
				
                12 de Octubre |  |  
                
                |  |  |  |  
						|  | 
						
						
								
						
						Ricardo 
						Yáñez; Puntual
						 |  |  
                
                |  | 
						
						
						por
						
						
						Luis Ovidio Ríos |  |  
        
                |  |  |  |  
                
                |  | Nuestro 
				paisaje |  |  
                
                |  | por Cristina de la Concha |  |  
                
                |  | 
                
                
				
				Exposición de pintura con motivo del 2o Encuentro Tulancigo 
				 |  |  
                
                |  |  |  |  
                
                |  | 2o y 3er Encuentros Latinoamericanos de Escritores |  |  
                
                |  | Tulancingo, Hgo., México, y Valdivia, Chile |  |  
                
                |  |  |  |  
                
                |  | 
								
                
				
				Reconocimiento a los poetas |  |  
                
                |  | 
				
				
				
				Saúl Ibargoyen, Ricardo Yáñez 
				y Max Rojas |  |  
        
                		|  |  |  |  
				|  | 
				
				
				
				Dos 
				minutos de silencio en memoria de
				   |  |  
				|  | 
				
				
				
				Magda Leticia Ortiz Ramos  
				  |  |  
						|  | 
						
						
						
						guardaron los escritores del encuentro
						
						 |  |  
        
                |  |  |  |  
                
                |  | 
                
                
				
				Exposición del maestro 
                
                
				
				Jesús Mora |  |  
                
                |  | 
                
                
				
				y artistas invitados |  |  
                
                |  | Fortino Oliver y Ricardo Castro |  |  
                
                |  | Nuestro 
				paisaje |  |  
                
                |  | 
				
				
				Galería Ricardo Garibay |  |  
                
                |  | 
                
				
				
				del 8 al 22 de octubre |  |  
        
                |  |  |  |  
                
                |  | Ganadores del concurso de niños y jóvenes |  |  
                
                |  |  |  |  
                
                |  | 
				
				Familias 
				tulancinguenses apoyan |  |  
                
                |  |  |  |  
                
                |  | 
				
                
				
				Artistas 
								
								
				tulancinguenses participan |  |  
                
                |  |  |  |  
                
                |  |  
                					
                
				
				Un éxito el concurso de niños y jóvenes |  |  
                
                |  | 
                
				
				
				Santiago Tulantepec, Atotonilco el Grande, 
				Acaxochitlán, Omitlán, Calnalli, Pachuca y Huapalcalco en el 
				concurso de niños y jóvenes hidalguenses |  |  
								
                |  |  |  |  
								
                |  | Se extendieron las 
				invitaciones |  |  
                
                |  |  |  |  
                
                |  | 
				
				
				
				CONVOCATORIAS |  |  
								
                |  |  |  |  
								
                |  | Se inician los preparativos para el 2do 
				Encuentro Latinoamericano de Escritores Tulancingo 2008 |  |  
                
                |  |  |  |  |  |  | El jueves 9 de 
		octubre, tendrá lugar el reconocimiento de los escritores del 2o 
		Encuentro Latinoamericano de Escritores Tulancingo 2008 a cargo de José 
		Antonio Durand.       
			
			LA 
			POESÍA BRONCA DE MAX ROJAS, “EL AULLANTE”  
			
			por José Antonio 
			Durand   
					A Max 
					Rojas se le conoce por su profunda vocación al sufrimiento. 
					Parte de su ser de poeta está contenido en el libro El 
					turno del aullante y otros poemas, que publicó Trilce 
					Ediciones en su colección Tristán Lecoq, reuniendo dos 
					libros de Max: El turno del aullante, de 1983 y 
					Ser en la sombra, de 1986. 
					      
					A partir de dicha publicación el nombre de Max Rojas ha 
					recorrido de arriba abajo los vericuetos del laberinto de 
					las emociones, especialmente entre los jóvenes, quienes se 
					reconocen como lectores de culto a Max: un poeta de sesenta 
					y ocho años cuyos textos desvanecen todo abismo generacional 
					en tanto la universalidad del sentimiento que su poesía 
					expresa. 
					      
					Rojas se ha desempeñado como director del Museo-Casa de León 
					Trosky (1994-1998), amén de un rosario de actividades de 
					promoción a la cultura, en donde destaca su participación en 
					la organización del Consejo de Fomento Cultural en 
					Iztapalapa o el Circuito Museos del Sur, A. C., entre muchos 
					otros. 
					      
					Actualmente es miembro del Sistema Nacional de Creadores de 
					Arte 2006-2009 y recientemente publicó Antología de 
					cuerpos, Linaje Editores, con fragmentos de sus siete 
					primeros libros de poesía. 
					      
					Su espíritu bohemio lo ha llevado de esta a aquella cantina 
					y de uno a otro encuentro de escritores. Su participación en 
					el Taller Permanente de Poesía Cartago, fue 
					fundamental para la producción literaria de sus integrantes, 
					varios de los cuales han obtenido diversos premios por sus 
					obras de contundencia inobjetable. 
					      
					La poesía de Rojas es una invitación a aullar rompiendo el 
					silencio y sembrando el dolor emitiendo múltiples gemidos en 
					medio de aquellos recuerdos que nos hieren como hierro 
					candente sobre la piel, inscribiendo en la carne viva la 
					experiencia trunca de un encuentro que jamás llegó. 
					 
					      
					Sus textos constituyen el tiempo de lobos y luna llena, el 
					tiempo de escuchar el llanto y las quejas de un poeta que 
					salió no tan ileso tras sobrevivir una larga temporada en 
					el infierno. 
					      
					La colección de poemas que Max nos ofrece bajo el título de
					El turno del aullante y otros poemas entreteje 
					vivencias personales de estricta intimidad, con textos que 
					refieren una comprometida forma de pensar del ser que asume 
					con inconformidad y rebeldía un sospechoso orden moral, que 
					a la par denuncia y critica con fuerza y sin ambages como 
					fórmula inequívoca del ejercicio intelectual del poeta 
					verdadero. 
					      
					La furiosa seriedad que campea en sus escritos son una 
					muestra elocuente de la intención que lega al género. Es, 
					sin lugar a dudas, otra forma de entender esta carcajada 
					llamada vida. Y si no, cómo podría entenderse que haya en su 
					libro poemas que deben leerse a las 9:30 y más de la noche 
					so pena de morir en el intento. 
					      
					En el contexto global de la conducta humana, “por hosco o 
					burdo que sea el sentimiento, su transformación en palabra 
					revela el esfuerzo cotidiano por domarlo y darle cauce como 
					producto tramposamente neutro, para que no hiera, para que 
					nos ablande el rencor” y perdonemos a nuestros deudores. 
					Pero el poeta Rojas, de suyo iconoclasta, ateo irredento, no 
					claudica ni otorga perdón alguno, y su poesía arremete para 
					echar en cara la desfachatez de quienes se llevan todo, que 
					lapidan el alma y devastan las paredes que contienen 
					nuestros mejores sentimientos dejando en cambio solo 
					escombros, pero no contentos con ello se llevan incluso los 
					escombros para entonces, ahora sí, no dejarnos nada, 
					absolutamente nada… 
					  
					    
					    |  | 
					TRENOS 
					
					V 
					
					  
					
					Vinieron por el 
					hueco 
					
					vinieron luego 
					por la pared y los clavos 
					
					se llevaron 
					ladrillo tras ladrillo 
					
					se llevaron los 
					goznes 
					
					desmantelaron 
					todo: 
					
					a pisotadas 
					demolieron la escalera, 
					
					a puñetazos 
					acabaron con los vidrios, 
					
					arrasaron con 
					todo, 
					
					chamuscaron el 
					pasto, pisotearon 
					
					tristísimos 
					huesitos de paloma; 
					
					se llevaron el 
					frío, se llevaron las últimas botellas, 
					
					se llevaron 
					incluso la pared de enfrente, 
					
					se llevaron la 
					cama y el montón de yerbas, 
					
					se llevaron la 
					mesa y su montón de escombros, 
					
					se llevaron 
					incluso los escombros, 
					
					arrasaron; 
					
					arremetieron 
					después contra el silencio, 
					
					un gritadal 
					dejaron en vez de aquel silencio, 
					
					deshilacharon más 
					después mis alambradas, 
					
					sépase a mis 
					puitas qué le hicieron, 
					
					pateáronme 
					después mi fiel madero, mi astilla de querencias, 
					
					la dolorida 
					armazón de donde cuelgan mis colgajos, 
					
					heláronme la voz 
					heláronme la brasa, 
					
					se llevaron en 
					fin, finada, a mi hosca huesa, 
					
					me llevaron a mí, 
					me quedé solo, 
					
					di un traspiés, 
					caí, caí hasta el fondo, 
					
					allí me derrumbé, 
					me hice de herrumbre, 
					
					me puse a 
					masticar mi triste hilacha,  
					
					pensé en llevar a 
					hojalatear mis cuarteaduras  
					
					mejor me desistí, 
					me eché un requiéscat, 
					
					un trago de 
					mezcal,  
					
					cavé mi hueco 
					
					
					                                   crepité 
					
					
					-concluye todo. 
					
					  
					  
					                 
					
					  
					
					Y es con esa 
					vacuidad transparente y fría contra la que Max contiende 
					pluma en mano diestra, cigarro en la siniestra y una copa de 
					ron en receso esperando que a este poeta le crezca una 
					tercera mano para ser tomado. Pero hasta donde hoy se sabe 
					Max Rojas solo cuenta con dos manos y una alma partida y 
					ahora compartida en el brevísimo inventario al que nos hemos 
					asomado para asombrarnos de la rudeza del poeta áspero, 
					ríspido y profundamente humano en tanto que “nada de lo 
					humano le es ajeno”. Y menos aún el dolor tan grande que 
					produce el desamor. 
					
					      El 
					psicoanálisis al que necesariamente obliga el libro, 
					descubre al desengaño como razón profunda de toda tragedia y 
					a veces habla el desencanto en ruego, con voz baja, 
					murmurante, como plegaria pidiendo que vuelva la que se fue. 
					
					  |  |