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Jorge Borja

 
     
     
     
     
     
     
     
     
     
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Sinopsis

 
 
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
 
 

17.Feb.2022

De Jorge Arturo Borja

La Fuente

Para servir a usted

2a Parte

 

En un santiamén regresaba el Capitán con la cuenta para despedir al automóvil que se iba escoltado por los agentes de tránsito. De pronto se detenía la limusina y de nuevo bajaba el vidrio del que salía la mano morena y regordeta del funcionario obsequiándole un billete café con la cara de abuelo resuelto del Padre de la Patria, cien pesos que holgadamente podían hacer el gasto familiar de una semana en la casa.

La escena se repetía aunque con algunas variantes. Por ejemplo, se presentaba el mismo motociclista a la entrada del centro nocturno un jueves a punto de cerrar.

Pregunta el Señor Regente si lo puede atender el Capitán Borja en un convivio especial.

Con un cruce de miradas, don Pancho Aguirre, su patrón, lo apuraba para servirle al Regente. A pesar de que se extendía su horario de trabajo, Borja iba contento tan solo con la ilusión de la propina mientras el chofer de un automóvil oficial lo conducía a Diagonal San Antonio, en donde La Malinche, afamada dueña de una casa de citas, recibía a funcionarios, empresarios o líderes sindicales para arreglar asuntos con el Regente.

Cuando Uruchurtu alargaba el brazo, el Capi Borja ya estaba listo para llenarle el vaso Old Fashioned. No dejaba que nadie más se acercara a servirlo. El Capitán sabía combinar perfectamente la formalidad del whisky con la liviandad del agua mineral, y hacer cascabelear los hielos con el removedor. Después de dejar el vaso en una mesita de centro, Borja daba de nuevo un paso atrás, para permanecer de pie, atento a las órdenes del jefe.

¿Qué hace usted aquí? preguntaba de pronto el funcionario.

Atendiéndolo, señor respondía Borja mirando al frente.

Está usted oyendo lo que estoy platicando.

De ninguna manera, señor.

Haga el favor de retirarse diez pasos.

Y desde los diez pasos reglamentarios Borja veía cómo el gran jefe se embarraba la boca y las manos de caviar, se tiraba las copas en el saco. Borja estaba listo para acercarse a limpiarlo con la servilleta, para servirle otro trago, para ayudarlo a levantarse cuando los pasos del Señor Regente marcaban el ritmo de la borrachera. El disgusto de atenderlo quedaba más que compensado con las propinas de 200, de 300 pesos que recibía. Alguna vez incluso tuvo que llevarlo abrazado hacia su auto.

Me cae usted a toda madre, amigo… amigo… ¿Cómo dice que se llama?

Borja, señor, Guillermo Borja para servir a usted.

¿Qué necesita, amigo Borja?

Nada, señor, gracias decía el capitán de meseros de La Fuente mientras lo ayudaba a subir al coche. Y el funcionario le metía en el bolsillo del saco un billete verde que traía el rostro desconfiado del Siervo de la Nación, y una tarjeta más grande de lo normal.

Pase a verme cuando necesite algo decía Uruchurtu ya despatarrado en el sillón trasero del auto.

 Y cuando la limusina, escoltada por las motocicletas, arrancaba dejándolo en la banqueta, Borja se metía el billete al bolsillo del chaleco y se quedaba viendo la tarjeta con el escudo oficial y el nombre de “su amigo”. Atrás, con letras pequeñas y casi ilegibles, decía: “Para autoridades civiles y militares, sírvanse apoyar al portador de la presente”, y abajo la firma inconfundible del Regente.

En la tarde del 28 de mayo de 1960, Ana Bertha Lepe y su novio, Agustín de Anda, asistieron al velorio del actor Ramón Gay, quien había sido asesinado la noche anterior por el ingeniero petrolero José Luis Paganoni Castro de dos tiros, uno que se le incrustó en la palma de la mano derecha y otro que le perforó la arteria aorta.

Evangelina Elizondo, la famosa voz de La Cenicienta de Disney, bajaba del automóvil De Soto que manejaba el galán Ramón Gay. Venían de interpretar los papeles protagónicos de la obra Treinta segundos de amor, en el teatro Rotonda. El ingeniero Paganoni, del que hacía una semana se había separado Elizondo, la sorprendió con reclamos y golpes. Gay intervino para defenderla y el ingeniero sacó una escuadra alemana Walter, calibre .380 y le disparó. Al verlo en el suelo, Paganoni echó a correr profiriendo amenazas para su ex: “Tú, él y yo, ¡todos nos vamos al diablo!”

En la funeraria, Ana Bertha y su novio Agustín, fueron testigos de las amargas lágrimas que el primer actor Arturo de Córdova, protector y “promotor” de la carrera de Ramón Gay, vertió sobre el féretro. De ahí se fueron a La Fuente, en donde los esperaba el papá y representante de Ana Bertha. Mientras ella fue a prepararse para su show, Guillermo Lepe y su futuro yerno se quedaron platicando en una mesa.

Entonces ya había fecha para la boda: el 26 de junio próximo. De Anda ya había comprado y amueblado el departamento que iba a regalar a su esposa, corrían las amonestaciones de la iglesia y se estaban repartiendo las invitaciones para la fiesta.

En sus declaraciones a la policía, “Papá” Lepe dijo que el joven De Anda había expresado su molestia por el trabajo de Ana Bertha, que pensaba sacarla del ambiente artístico apenas se casaran, y si era posible antes. Don Guillermo Lepe se opuso y empezó la discusión.

El Capi Borja alcanzó a escuchar cómo se iban alzando las voces de ambos hombres.

 Si no la saca usted de trabajar entonces olvídese de la boda y de todo dijo De Anda.

Mi hija todavía tiene compromisos por cumplir replicaba el señor Lepe, así que mientras usted no sea su marido, yo soy quien toma esas decisiones.

¿Cree que no sé que Uruchurtu viene a buscarla o que Sukarno se la quiere llevar a Acapulco?... No me juzgue tan p*ndejo.

(Continuará)

 

 
 

 

 
     
     
 
     
     
   
     
   
     
   
     
   
     
   
     
   
     
   
     
   
     
   
     
   
     
   
     
   
     
   
     
   
     
   
     
   
     
   
   

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