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Muerte en el pueblo
(minificción)
Los ladrones atraparon a los policías y los llevaron a la plaza. Los
rodearon y el jefe decidió su destino: “No cabemos todos en este lugar, así
que van a morir, para que nosotros podamos hacer lo que queramos”. Los
policías se resignaron, los habían atrapado, desarmado y sometido. Aquello
era una vergüenza, hacía años que estaban en lucha y era la primera vez que
salían perdiendo. No había vuelta atrás, a veces gana el mal y otras veces
pierden los buenos. México lindo y querido. El sol de medio día caía sobre
las cabezas de ambos bandos, el polvo les picaba los ojos. El destino estaba
escrito: los policías morirían y comenzaría el reinado de los malandros, de
la famosísima maña, pero de pronto se escuchó un fuerte grito, casi
un alarido: “¡Niños, al salón, ya terminó el receso!”
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