Tulancingo cultural

tras los tules...

 

Principal (portada) en las letras en la música en la actuación en la plástica sociológico y social histórico centros y actividades culturales diversas de Tulancingo gastronómico ciencia y tecnología municipios  hidalguenses
 
anteriores
 
danza performance teatro
 
cine
 
prehispánico
 
tradicional y legendario
interesante
 
hacedores
 
     
 

autores - los maestros en Tulancingo - autores tulancinguenses - autores hidalguenses - libros y revistas - premios y reconocimientos

 
 

bibliotecas - derechos de autor - encuentros y festivales - presentaciones - talleres - convocatorias

 

12.Ago.25

 
     
     
     
     
  Daniel Zetina  
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
 
     
     
     
     
 

 

Elena Garro en Cuernavaca[1]

(crónica)

                        

 

Elena Garro (Puebla, 1916) llegó a la ciudad en 1993. Venida de Europa con su hija, Helena Paz Garro, fincaría aquí[2] su residencia hasta la muerte. Garro continuó escribiendo en Cuernavaca, ganó premios y recibió homenajes. Su paso por la ciudad dejó huella. La primera vez que Elena y Helena pisaron Cuernavaca, por una corta temporada, fue cuando, tras un exilio desde 1968, regresaron a México el 7 de noviembre de 1991. En su estancia, la escritora recibió homenajes en Guadalajara, Monterrey, Puebla, Oaxaca y en la Ciudad de México:

 

Reinstalada en Cuernavaca con su hermana Deva, regresó en dos ocasiones a la Ciudad de México. Una de ellas para presenciar el homenaje celebrado en la Sala de Murales del Palacio de Bellas Artes el viernes 29 de noviembre de 1991. Los invitados ahí para hablar de su obra fueron Emilio Carballido, Héctor Azar, Margo Glantz, Silvia Molina, Carmen Boullosa y Guillermo Samperio, titular en ese entonces del Departamento de Literatura del imba (Rosas-Lopátegui, 2002, pág. 471).

 

Después Garro y su hija partirían de nuevo a París. Dos años más tarde, regresarán definitivamente a México, el 10 junio de 1993: “Tras ellas, salen de la nave diez gatos, cada uno en su jaula; y con ellas otros tres, los más pequeños […] Después llegarán las setenta cajas en que depositó sus libros. […] Van a vivir en la calle Manantiales número 10, departamento 3 [en Cuernavaca]”. Ya instaladas en Cuernavaca, “el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes le da a Elena una beca vitalicia” (Rosas-Lopátegui, 2002, pág. 481),[3] con lo que pueden mantenerse, por lo menos en parte. En 1993 Garro es una escritora famosa. En 1992 la editorial Siglo xxi publicó Memorias de España 1937, en donde cuenta el viaje que realizara con Octavio Paz y otros intelectuales a España aquel año, en donde asistieron al ii Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura.

Por otra parte, su trayectoria ya es algo célebre y sus obras (La dama boba, La casa junto al río, La semana de colores, Felipe Ángeles, entre otras) son leídas por seguidores e intelectuales, incluso por sus detractores. Su obra más reconocida es Los recuerdos del porvenir, novela con la que consiguió el Premio Xavier Villaurrutia en 1963 (compartido con la novela La feria de Juan José Arreola), y la cual fue llevada al cine por Arturo Ripstein en 1967.         

Mucho se ha escrito acerca de la importancia y la vigencia de su obra. Un referente necesario es la labor de Patricia Rosas Lopátegui, investigadora de la Universidad de Nuevo México (eua), especialista en Garro, quien ha publicado tres libros acerca de su vida y obra: Yo solo soy memoria. Biografía visual de Elena Garro (Ediciones Castillo, 2000), Testimonios sobre Elena Garro (Ediciones Castillo, 2002) y El asesinato de Elena Garro. Periodismo a través de una perspectiva biográfica (uaem-Porrúa, 2005).[4] Además, hay volúmenes de entrevistas, como La ingobernable. Encuentros y desencuentros con Elena Garro, de Luis Enrique Ramírez (Ramírez, 2000), entre otros.

René Avilés Favila también ha escrito acerca de ella. A su llegada en 1991 apuntó: “Elena Garro es sin duda el ser más vigoroso y enigmático de la literatura mexicana. Su larga ausencia del país, lejos de olvidarla, la ha hecho más sólida. Su inmensa literatura está presente a pesar del silencio de la crítica oficial o burocratizada” (Rosas-Lopátegui, 2002, pág. 463). Y en 1993: “Garro como nadie merece el reconocimiento oficial, el Premio Nacional de Literatura” (Rosas-Lopátegui, 2002, pág. 464).

En medios nacionales de importancia como La Jornada Semanal, Siempre!, El Universal y Proceso, por citar algunos, se ha reproducido su obra y se han publicado artículos, poemas, cartas, telegramas y notas de la autora o acerca de ella. Diferentes medios han dedicado números monotemáticos a Garro.

Por fin, en 1993, Elena Garro y Helena Paz Garro se instalan en Cuernavaca, donde vivía Deva, la única hermana viva a Garro,[5] y donde, aun con penurias, logran llevar una vida juntas. En Helena Paz “se agudiza el uso de antidepresivos combinados con alcohol”, para aliviar sus depresiones, pero Garro sigue escribiendo u organizando su obra, casi se puede decir que protegiéndola, rescatándola, así lo evidencia el hecho de que en 1996 se publiquen Busca mi esquela y Primer amor (Premio Sor Juana Inés de la Cruz), Un traje rojo para un duelo y Un corazón en un bote de basura. En “1997, salen de los baúles que se han convertido en inmensas bolsas negras para la basura evitando la destrucción de los manuscritos por los orines de los gatos, La vida empieza a las tres y otros relatos, y El accidente y otros cuentos inéditos. Ya no hubo presentaciones” (Rosas-Lopátegui, 2002, pág. 487).

El año de 1995 es simbólico en la estancia de Garro en Cuernavaca, como lo sería en las letras locales. La Universidad Autónoma del Estado de Morelos (uaem) le hizo un homenaje. Esa sería su última aparición pública: “el 27 de octubre de 1995, Elena hizo su primera y última aparición en público desde su llegada a México en el verano de 1993. Grijalbo organiza[6] la presentación de Inés con la presencia de la escritora” (Rosas-Lopátegui, 2002, pág. 484).

Una crónica de Blanca Ruiz de la época nos habla del evento: “Elena Garro salió de su casa, tomó un taxi y llegó a la Universidad de Morelos. Iba de mano de una enfermera y de Inés, su nueva novela. Frágil, pero intenso, el duende de la escritora desplegó su encanto en la sala, se llevó un ‘Premio Nobel’, otorgado de todo corazón por sus lectores y la certeza de que su presencia es notable, inolvidable” (Ruiz, 1995, pág. 4). Ahí Garro recibió muestras de cariño por parte de los asistentes.

En los tres años que siguieron antes de su muerte, su estado físico o emocional no le permitió salir de casa: “Tampoco asistió a ninguno de los homenajes o reconocimientos que se le hicieron. El Instituto de Cultura de Morelos, El Colegio de México y la Universidad de Texas de Permian Basin celebraron el 4 y 5 de julio de 1997 el único simposio internacional en vida de Elena en honor a su obra, pero en el que ella no pudo estar presente” (Rosas-Lopátegui, 2002, pág. 487). En septiembre de ese año, a sus ochenta y un años, aún recibiría un homenaje en la ciudad de Iguala, Guerrero, lugar en donde transcurrió su infancia. Avilés Favila habló entonces en su defensa: “Me parece una enorme injusticia que los mexicanos tengamos a nuestra mejor escritora recluida en un departamento de Cuernavaca, pasando dificultades y enfermedades” (Rosas-Lopátegui, 2002, pág. 487).

La figura de Garro sedujo también a los jóvenes cuernavaquences. El 13 de noviembre de 1995, Miguel Ángel Muñoz, editor de la revista local Tinta Seca, publica en Época la entrevista “Elena Garro. Una soledad inmensa”. La periodista Socorro Venegas también tendría su oportunidad de entrevistar a Garro; el resultado de ello lo publicaría años después en la revista Tierra Adentro. Por ese tiempo el Grupo Editorial Planeta anunció la publicación de las obras completas de Garro.

Finalmente, el 22 de agosto de 1998, Garro fallece víctima de enfisema pulmonar (Espinosa, 1998, págs. 23-25). A su entierro asistieron Rafael Tovar y de Teresa, Gerardo Estrada, José Luis Martínez y Anamari Gómez (Rosas-Lopátegui, 2002, pág. 488), entre otros, pero fue evidente la ausencia de muchos intelectuales. Huberto Batis la recordó con cariño y Marcela del Río le escribió un sentido poema. En adelante, muchos más la recordarán en las páginas de diversas publicaciones.

En Cuernavaca no ha faltado quien le rinda homenaje. El perro azul le dedicó sus números 6 (agosto de 2003) y 18 (agosto de 2004) a Garro, con textos de Rosas Lopátegui, Marcela Magdaleno, Susana Perea-Fox y gráficos de Liliana Mercenario Pomeroy y Paul León y Vélez. Dos meses después de su fallecimiento, “Ediciones Castillo publicó su novela inédita Mi hermanita Magdalena. En 1999 se crea el Premio Elena Garro, Mejor Lectura Dramatizada, que otorgan la Sociedad General de Escritores de México (Sogem), la Compañía Independiente de Dramaturgos, Actores y Literatos (cidal) y el Instituto Nacional de Bellas Artes (inba)” (Rosas-Lopátegui, 2002, pág. 490).

El último hecho referente a Garro en Cuernavaca fue la presentación del libro El asesinato de Elena Garro. Periodismo a través de una perspectiva biográfica de Rosas Lopátegui, el 5 de diciembre de 2005 en la uaem.

Su hija, Helena Paz Garro vivió en Cuernavaca hasta su muerte, acaecida el 30 de marzo de 2014. De ella, la Editorial Planeta publicó, finalmente en 2004, sus polémicas Memorias, que levantaron muchas ámpulas, pero que solo alcanzó una sola edición. Escritores de la talla de Elena Garro ha habido en Cuernavaca, sin duda, pero personajes con su encanto, su misterio, su melancolía y sus gatos, parece que no muchos.

 

Referencias

Espinosa, J. L. (23 de agosto de 1998). “Elena Garro falleció ayer en Cuernavaca”, en Unomásuno, Cultura, México, págs. 23-25.

Muñoz, M.A. (13 de noviembre de 1995). “Elena Garro, una soledad inmensa”, en Tinta Seca, México.

Ramírez, L. E. (2000). La ingobernable. Encuentros y desencuentros con Elena Garro. México, Raya en el agua.

Ruiz, B. (29 de octubre de 1995). “Elena Garro, siempre notable”, en Reforma Cultura, México.

Rosas-Lopátegui, P. (2002). Testimonios sobre Elena Garro. México, Ediciones Castillo.

Rosas-Lopátegui, P. (2005). El asesinato de Elena Garro. Periodismo a través de una perspectiva biográfica. México, uaem-Porrúa.


 

[1]  Este texto obtuvo el segundo lugar en los Juegos Florales de Cuernavaca 2006, en la categoría Memoria Histórica.

[2]  Fue escrito en Cuernavaca, donde investigué sobre el tema. Yo viví veinticinco años en el estado de Morelos.

[3]  Se trata de la Beca del Sistema Nacional de Creadores Eméritos.

[4]  Este último libro recopila la obra periodística de Elena Garro y fue presentado el 5 de diciembre de 2005 en Sala de Rectores de la uaem. En él se puede consultar la obra periodística de Garro publicada en Cuernavaca, en el semanario Presente! que dirigió Cristóbal Rojas Romero.

[5]  A Devaky Garro le sobreviven, entre otros, sus hijos Francisco y Flora Guerrero Garro, el primero fundador de La Jornada Morelos, y la segunda activista social y ecológica, perteneciente al Frente Cívico Pro Defensa del Casino de la Selva.

[6]  En 1980 Garro ganó la tercera versión del Premio de Novela Juan Grijalbo por Testimonios sobre Mariana.

 

 

 

 
 
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     

 

 

Gracias por su visita

www.tulancingocultural.cc ® Derechos Reservados

tulancingocultural@hotmail.com

Aviso legal para navegar en este sitio

contador web

web counter

Free Website Hit Counter
Free website hit counter
contador de visitas
Contador de visitas

Crossfit bormujos