| 
	21.Ene.17 
	
	
	por 
	
	
	Cristina de la Concha   
	
	poema confeso 
	
	  
	
	Estaba el intermediario 
	
	que siendo el mismo aquel él 
	
	no mentir podía  
	
	de solapas gris negras  
	
	gris ensordecido de luz 
	
	en el mostrador mercante  
	
	del mal frontera, 
	
	y detrás un Megisto semblante 
	
	y otros oscuros más. 
	
	  
	
	Si Goethe lo dijo 
	
	y Dante y Wilde 
	
	pero la ciencia 
	
	y la materia 
	
	y lo tangible 
	
	cayeron abrumadoras 
	
	sobre el pensamiento 
	
	y evidencias vistas 
	
	inengañables al tacto 
	
	civilizatorias 
	
	opacaron lo sabido 
	
	convirtiéndolo en billetes cemento y émbolos 
	
	en el nuevo poderío   
	
	Pero por qué estaba allí 
	
	entre bruma al hombre distinguió  
	
	de repente  
	
	cuando en casa  
	
	se preguntaba  
	
	de nuevo y otra vez 
	
	por qué  
	
	energía
	siendo neutral 
	
	del lado del mal 
	
	parecía actuar  
	
	“por lo dicho por dicho 
	
	creyeron y aceptaron… 
	
	verás, sólo soy un intermediario” 
	
	escuchó 
	
	  
	
	A la tabla de ofrecimientos,  
	
	el elegante confeso se aferró  
	
	bajo sus onerosas gangas, 
	
	aparecieron  
	
	de dispersos puntos  
	
	líneas  
	
	que caminantes abrían vetas 
	
	que el colalarga  
	
	a horcajadas sostenía  
	
	"Vete" 
	
	pero aquella ella luz 
	
	le inquiría 
	
	"Vete ya. Ya lo dije. 
	
	¡Ya lo tienes!" 
	  
	
	Ella ya se alejaba 
	
	entonces...  
	
	redención a las pasiones… 
	
	“sólo a solicitud 
	
	redimidos serían…  
	
	si creen… 
	
	y si por lo dicho por dicho 
	
	creyeron 
	
	se cree y existe…” 
	
	abrazaba el confeso  
	
	la duda femenina 
	  
	
	¿por qué me lo has dicho a mí? 
	
	¿qué trampa o nuevo 
	ardid? 
	
	y
	la mentira  
	
	que
	prohibido asistirle tiene 
	
	lo empujó a
	gritar 
	
	"porque ya lo sabes", 
	
	mientras resquebrajaduras avanzaban 
	
	"¿no miras lo que sucede?  
	
	¡Vete!" 
	
	  
	
	Y en un haz de luz 
	
	la ella aquella 
	
	salió portando la noticia, 
	
	sin flujo 
	
	¡intención del mal 
	
	en falaz deviene...! 
	
	vínculos sean 
	
	sin flujo 
	
	¡inocuos son...! 
	
	mas intensa la 
	intención 
	
	debe ser entrambos 
	cabos 
	
	o 
	
	¡inocua es...! 
	  
	  
	
	(Del libro En una suerte de poemas. MCCO©)       
	  |