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9.Nov.19

 

 

 

   

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POR LOS SECRETOS DE LA PERSUASIÓN

 
     
 

por CARLOS SANTIBÁÑEZ ANDONEGUI

 
     

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Eroticum

 

Cristina de la Concha 

Ma. Cristina de la Concha Ortiz©

 

 
 

Diego Velázquez nos habla sobre el libro Eroticum de Cristina de la Concha 

 

 
   

 

 

Eroticum, de Cristina de la Concha

... El nombre, por supuesto, parece aludir a los vademecum farmacéuticos, libros en los que se incluía todo el saber de la especialidad para llevar a cabo las mezclas que curarían a los enfermos. En este pequeño libro, como se podrá comprobar, no se condensa toda la sabiduría del erotismo para uso personal del lector, sino catorce breves relatos en los que éste se desarrolla, pero en una clave irónica que les da humor o, en ocasiones, los reconvierte en una situación opuesta a la sensualidad.

Precisemos un poco más este ángulo irónico que desarrolla Cristina. En sus cuentos, De la Concha gusta de los finales sorpresivos, los que dan un torzón tan severo a las ficciones que las reconstruyen, resignifican, por completo desde la primera línea. Tal es el caso destacado de los cuentos “Sin duda”, “Al pie de la letra”, “Brillo acuoso”. Este recurso, incluso, nos lleva a transitar por escenas de alta tensión sexual que desembocan después, tras la revelación final, en actos que, para un no iniciado en las artes de las brujería, podrían parecer sencillamente asquerosos.

Bajo este paradigma irónico, la autora revierte las tradicionales aventuras amorosas, aventuras de alcoba, para regalarnos también momentos de puro y duro humor en los “divertimentos” que se mezclan con naturalidad entre las narraciones. Aunque también tiene sus momentos de reflexión, con la inclusión de un texto de ensayo del que me gustaría rescatar una cita, para mayor entendimiento del concepto de erotismo que maneja Cristina de la Concha: “Nuestros cuerpos, que son acreedores de amor, cuidados, protección, respeto, son estos recipientes de huesos y carne que reflejan nuestro estar, nuestro bienestar, nuestra salud mental y espiritual, porque no sólo somos cuerpos y el erotismo no emana de los cuerpos. Su emanación espiritual y mental se sirve del cuerpo como vehículo, y, a la vez, la naturaleza, majestuosa, ha hecho que estos vehículos, nuestros cuerpos, se sirvan de mente y espíritu para procrear y subsistir, subsistir por encima del dolor inherente a esta vida de breves momentos de goce...” Es decir, que el erotismo no depende exclusivamente de las sensaciones epidérmicas, sino principalmente de la mente y el espíritu. Y esta verdad la puede comprobar cualquier persona que haya intentado desplegar las artes de Eros (o, más cercana a nuestra geografía, de Xochiquetzal) con una mente turbada por las preocupaciones, la ansiedad o la culpa. Las buenas prácticas sexuales proceden, por lo que nos dice Cristina, de nuestra salud espiritual y mental. Y en esa buena salud cabe incluso la renuncia, como en el cuento “Encenderlo”, en el que esto también se convierte en la mejor manera de mantener la paz y la seguridad. Por otra parte, no podemos soslayar que por momentos, en la obra la ironía se ausenta para darle paso a otra voz poética, cachondona, que nos habla al oído y, sin dejar de narrar, de hacer de ello una narración, abre ese espacio en que la palabra (y la sensación provocada por esta) nos muestran otras maneras de reordenar el mundo, como en el viaje alpinista-sexual que se desenvuelve en “Aventur eros”. Por último, se hallan aquellos cuentos en que los que entran en juego los espacios distantes que los amantes salvan o que entidades, aéreas emanaciones, usan para aprovecharse de víctimas propicias a sus calenturas ultramundanas.

Para finalizar esta breve presentación, les deseo que tengan la sensibilidad de aquel personaje de Cristina que, invitado a una presentación de lecturas eróticas, las siente de tal forma que… ¿pero para qué contar los finales de esta historia? Disfruten de la narrativa de Cristina de la Concha, que es irónica, fantástica, poética, por momentos fuera de la realidad en sus textos más realistas y completamente realista en las imágenes que la poeta que toma su pluma no puede dejar de reflejar.

 

 
     
 

 

 
     
 

 

 
     
         

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