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Jeanne Karen

 
     
     

  

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7.Feb.20

Del libro Menta de Jeanne Karen

 

Presentación de Menta

Por Laura Rojas

 

 

Las raíces de la tierra fueron el incienso, la menta y la lavanda, purificadores de espíritu, esencia del alma. Las primeras en aromatizar las cuencas del mundo, nuestro cuerpo, santificarnos  ¿A qué vestidura te recuerda la lavanda, qué conmemoran tus labios el sabor a menta, a cuál dios le ofrendas un sahumerio?

En Menta, de Jeanne Karen, el incienso se quema en espiral, capaz de arder durante mucho tiempo, desde horas, hasta días, de septiembre hasta abril, desde la sequía, hasta la inundación de las tapias, la casa en la que habita, las paredes son blandas, pero su esqueleto es de acero, se adornan con estrellas de mar, vidrios rotos y el viento revolotea las telas en señal de alerta, hay gatos, y mariposas que matizan la habitación. En el jardín hay rosas, dientes de león, limoneros, también, escalan las indomables hormigas, los grillos sonoros. El silencio la habita, el fantasma del desconsuelo, el hambre, pero retumba la esperanza, también los muebles son inquilinos y el velador es un dios amarillo. Para usar el incienso de quema directa, debe ser prendido, y acto seguido apagado, de forma que el incienso continúe brillando y humeando mientras se consume.

Regresemos al jardín, con los insectos, con la palabra que abona los tréboles, las flores de metal, la sombra domesticada. Los mezquites, el eucalipto que ahonda su pleamar, y en esa marea, la maceta se vuelve el rincón del mundo, un refugio, la sensación del pasto en los pies, nos remonta a empezar desde cero, pero el calor nos asedia, invade los huesos oscuros, nos re-llena de sangre que hierve. Volvamos a expirar la    madrugada, a su olor verdecalma, verdelibre y su metáfora nos regresa al principio. La muerte llegará cuando pierda el sentido del olfato.

Después, la menta se pone a hervir en agua, durante un milloncero, más tarde, apague y deje enfriar. El olor a menta atrae los fantasmas de las fotografías, las imágenes increíbles, el  amor antiguo, los recuerdos, cuando el humo se increpa en el dorso, ahuyenta la migraña, reaviva los sonidos cuando se llevan a uno por la fuerza, de casa o del mundo para convertirse en poesía. El sahumerio aun lo podemos descubrir en el atardecer que se mueve por voluntad. Nos queda tiempo, aun nos alcanza a menear la cuchara en el té. El fruto de Mentha es una cápsula. Los espíritus de la hambruna, la vida perdida en el campo, la fetidez después de salir del pozo, un baño de menta, lavanda y limón nos recobrará el alma.

Dos cucharadas de menta fresca aportan 2 calorías, carbohidratos, fibra. Contribuye al recuerdo inhóspito de la memoria, al letargo de la marea cerebral. La menta contiene pequeñas cantidades de potasio, consuelo, magnesio, añoranza, calcio, reposo, fósforo y alivio.

 

 

   
             

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