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23 de marzo, 2007

                   
   

Viaje a Calingasta, al II Encuentro Comunitario Internacional de Escritores, San Juan, Argentina, septiembre de 2006, Entretejiendo desde el hacer de las palabras

 

 

... Viaje a Calingasta

... y cuando Calingasta era una fiesta no obstante sus vientos arrastrando el polvo, sus terragales levantándose y cubriéndolo todo tras de sí, el zonda caliente y quemante... la resequedad en la garganta y esa sensación de que finalmente el viento termina llevándose todo... pero no esos días en Calingasta, no esos campos al pie de la cordillera majestuosa coronada de encaje...  quedan firmes e inamovibles como sus álamos que guían en una vereda hacia los recuerdos, esa fiesta en Calingasta, esa fiesta de lecturas y poesía, de histrionismo y recitación, de discusiones bizantinas, de cantos y guitarra, de risas hasta el llanto y de llanto silencioso, de expresiones independentistas y la rebeldía innata de los creadores.

        Fue la Finca Lloveras la causante, sí, a donde yo llegué atraída por un llamado extraño, quizás por algo que el viento me sopló al oído. Y allí arribamos, Nely con su colección de detalles, Lily con su colección de obras plásticas y comentarios muy a tono con el clima. Los bolivianos con sus discursos, los políticos de René Aguilera y los médicos del Dr. Torrejón quien repartía apodos a cada uno, el Dr. Guzzo, marido de Nely, y su conversación sin final, y la interceptación de los poetas chilenos el filosofal Rodrigo Landaeta y su cómplice Miguel Ángel Rojas que extraía textos del bolsillo del pantalón, donde un rollo de hojas sobresalía como macana a sus espaldas. Hugo Barbero con su actuación vigorizante, el joven viajero Telfor Pozo que tardó seis días en llegar desde Ecuador con su guitarra, Gabriela Robledo  y su manifiesto feminismo, la voz de Darío Lobato vibrante de imágenes, la orquestación de la chilena Daniela Gutiérrez  por esa fiesta de lecturas... y la discreta Celina llamando a la prudencia mientras las argentinas Doña Juana y María la loca* se hacían presentes en cada tarde brindando con el mexicano Pulque para dos...

        –O, ¿habrán sido los causantes Luis Balderramo y su familia, anfitriones de la finca, con su cálido recibimiento...?

        Y se conjuró, los ingredientes estaban ahí –en atenta escucha, vociferantes, lúcidos, discurriendo en torno al oficio de escribir, sus avatares y nuestros textos–. Como alquimia ejercida por las entrañas de esa cordillera que esconde una codiciada riqueza, a través del viento esparció los polvos mágicos de Calingasta, como si los Andes quisieran extenderla hasta mí y obsequiarme oro, ese oro que empresas extranjeras pretenden extraer dejando oleajes mortales de cianuro.

     Llegué al encuentro por invitación de su organizadora, Ma. Esther Robledo, con el nombre de esa tierra reverberando en mi mente, con la curiosidad que suscita todo viaje y mi vena de traductora latiendo, pero con una sensación de familiaridad. Y aun cuando debía sentirme extraña en este contexto que visitaba por primera vez, y sentirme ajena al acento de tantos argentinos juntos, aun cuando me repetía a mí misma que debía sorprenderme de su franqueza que no había vivido nunca en esta forma masiva, y, después, con esa ausencia de actitud clasista que fui observando y que por fuerza debió llamar mi atención al enfrentarla a la que prevalece en mi país, los recibí con la naturalidad de quien los conoce (o los añora) desde siempre, y aun cuando debía provocar mi desconcierto el sentirme como en casa desde el primer día, sólo me conmovía y, por si fuera poco, la hospitalidad me llegó hasta la médula, no obstante la mexicana.

 

Y, retomando las palabras de Daniela Gutiérrez, 'en todos lados se cuecen habas', al igual que en otros encuentros, escuché lecturas excelentes, otras malas o regulares, textos magníficos y otros muy pobres, y el tiempo siempre fue insuficiente. Tan se cuecen que la lluvia de egos pertenece a todos los países, sí, pero en cuanto a que el ego del escritor sea como el porte de un rascacielos difiero de Daniela, más bien un ego de esas dimensiones puede ser de cualquiera, la mala suerte es cuando alguien con ese ego resulta ser también escritor, es decir que una cosa no necesariamente se asocia con la otra, ser escritor no necesariamente implica tener ese ego. Y aunque, al igual que ella, observé ese descomunal ego en algunos escritores como lo he visto en otros oficios, sí percibí autores desenvainando la espada por defender su labor, quiénes sino nosotros mismos hemos de defenderlo, quiénes sino los propios autores, sobre todo si aparece alguien que ataca nuestra creatividad, alguien que ni siquiera es creador o alguien como si fuera el Premio Nobel o como si tuviera la autoridad académica para despreciarnos –estoy segura de que un Premio Nobel o aquel con la más alta autoridad académica jamás haría menosprecio de nuestro trabajo–.

       Como suele suceder, estas experiencias sólo sirvieron para reafirmar los lazos que propició el encuentro, y se entretejió desde el hacer de las palabras la cohesión de los grupos, la identificación, la del Grupo Lloveras, de los que se fueron adhiriendo, mi afinidad con toda esta gente que conocí y su cultura.

    Al final, el periplo, promesa de un funcionario como apoyo a mi labor cultural y literaria que no cumplió por negarme a fungir de ‘nana’ a cambio de su 'apoyo', lo estoy cubriendo con creces que bien los compensan el oro que se esparció con los polvos mágicos de Calingasta... y las habas universales.

 

Cristina de la Concha, en Tulancingo, Hgo., México

         

 

Viaje a Calingasta, por Cristina de la Concha

 

Jorge Leónidas 'Chiquito' Escudero en

 

I I Encuentro Comunitario Internacional de Escritores

San Juan, Argentina

 

Crónica de la chilena Daniela Gutiérrez Burgos

A paso de hombre

por el chileno

Rodrigo Landaeta

 
El Encuentro
 
 
 
De la poesía de
 
Chile:
 
Dinko Pavlov
 

la venezolana Sabine Barrios

 

Rodrigo Landaeta

 
 
de Argentina:
 

Gabriela Robledo

 
Roberto Goijman
 
Ana Cuevas
 

Hugo Barbero

 
Darío Lobato
 
 
Del grupo Lloveras:
Florituras,
(cadáver exquisito)
 
Reminiscencias de  Calingasta y El Grupo Lloveras
 
 
 

 

 

 
 
 
 
 
 
 
 
 

 

 

 
*El patio de Juana de Darío Lobato  

y María la loca de Hugo Barbero

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

   

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