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Mitos
y leyendas
El karma: la proyección
de lo que hacemos
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Cristina de la Concha
Como
nina bien… 3, 2:39, 2:50
Cómo desear ser nina bien
para haber ido al salón Los Ángeles, ese salón, lleno de luces y música
vibrando, a bailar con esas mujeres
La China Mendoza
y la Chaneca,
que contaba Elena Poniatowska en su entrevista a
Miguel Nieto Alcántara,
y con los Carlos, Fuentes y Monsiváis, uuuuy, qué divertido hubiera sido, y
con
García Márquez y Saramago,
como si Elena Poniatowska los hubiera sacado de la bibliografía de mis
repisas para que me diera vuelo en mi imaginación a bailar con ellos en ese
salón… cuánto lo gozaría en la realidad y cuánta frustración que cerraran
ese salón, qué triste que ese cierre fuera uno de los muchos estragos que
nos ha estado dejando esta temporada covidiaca. Pero démosle, en casa, uno,
dos…
Porque en esta covidiaca temporada que estamos
pasando, una de las actividades refrescantes y que es como oprimir el botón
de “reinicio”, uno optimista y alegre, es bailar, “mover el tambo” dicen
unos, y un pasito para allá y otro para acá, una vueltita para allá, otra
para acá o como remolino, maaaaamboo…, o tango, rock&roll, salsa, cha cha
chá, danzón, cumbia o rapp, no importa qué aunque si tienes tus
preferencias, dale y sacude el cuerpo, los músculos, huesos, epidermis y la
más recóndita célula al ritmo de la
música
haciendo gestos y muecas, torciendo los labios y alzando la ceja como
femme fatale o encogiendo el ceño estilo gángster, abriendo la boca como
si se fuera el aire o frunciéndola en un “uuuh” interminable y con los
párpados caídos, con esa sonrisa fija de bailarín profesional,
que entre el sonido por todo tú y lo ponga en esa órbita, como soñar, como
volar, como bañarse bajo una cascada y, con este ajuste al cuerpo,
fortalecer el sistema inmunológico, ¿no es maravillosa la Naturaleza que así
nos diseñó?
Porque como nina bien me coloqué, porque no quise saber de ello, ni pensar
en ello ni hablar de ello y sólo me remití a las indicaciones: “quédate en
casa”, desinfectante, cubrebocas, ni quise ver éstos que empezaron a
aparecer con dibujos y bordados en las redes sociales y en los puestos del
mercado, rechacé absolutamente las decoraciones de esto que no me agrada
porque sentía que era como aceptar que la temporada sería larga, tal como ha
sido… Y sí hablé de ello, sí pensé en ello, sí leí de ello… Lo acepté, no
obstante y a mi pesar, ahora tengo tres cubrebocas decorados lavables y sigo
usando los desechables pero muy poco porque, muy obediente, casi no salgo y
cuando la tristeza por las noticias covidiacas quiere presentarse, mi
asunción como nina bien en
aquel salón del centro, adonde solo fui una vez y no a bailar
–con
un grupo de amigos periodistas a ver Aventurera con Edith
González–,
me rescata para ponerme a bailar aunque sea sólo unos minutitos… 3, 2:39,
2:50…
https://www.jornada.com.mx/ultimas/cultura/2020/08/09/el-salon-los-angeles-nos-pertenece-a-todos-6729.html
cristinadelaconcha@hotmail.com
https://www.facebook.com/cristina.delaconchaortiz
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