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23.Ago.11

 

 

MADERA QUE CANTA

por Mariluz Suárez Herrera

 

con motivo de la presentación del poemario

En el corazón de mi estirpe de Orli Guzik

Ediciones EON. México. 2009.

 

 

   

 

He elegido este nombre poco brillante para parafrasear el título del libro En el corazón de mi estirpe de Orli Guzik, principalmente porque su lectura me hizo pensar en la maravillosa sabiduría náhuatl en que el tiempo (cahuitl) es concebido como “lo que nos va dejando”. Este sencillo vocablo no sólo transmite la idea de tiempo, sino que nos permite tener una visión más honda de la vida y es esto precisamente lo que Orli logra transmitir con el poemario que presentamos el día de hoy.  Siguiendo un poco con esta manera mesoamericana de ver el mundo,pienso en el árbol como origen, base y fuente de todo un tejido cultural.

         Es así como la autora nos regala una caja de pandora que vamos destapando a través de la lectura. De la palabra estirpe, que se encuentra en el título, brota toda una serie de términos mágicos que en mayor o menor medida nos llevan al análisis de todo este mundo maravilloso que ella recrea: progenie, gente, prole, linaje, legado, añoranza, dinastía, heredad, prójimo, antepasados; por citar sólo unos cuantos.

         De lo poco que conozco de su amplia producción puedo dar fe de una variedad técnica, estilística y temática que en el caso de este poemario se  caracteriza por tres grandes temas: la familia, el amor y la religión. Como armónica trilogía o triángulo equilátero puede llevar el orden que el lector guste o puede fusionarse en una vasta imagen que para mi gusto es el agua. No en balde el incesante movimiento del agua ha sido comparado con la vida, a través de los siglos, en diversas culturas. En este libro,  diferentes ejemplos reiteran su continuo e ininterrumpido paso:

         -Los manantiales en mí

-El insaciable venero 

-Mojada tierra

-Descendían áureos ríos

-Clama por ti mi llanto

         Otro aspecto interesante es que la autora a través de simples escenas de la cotidianeidad nos permite ver la vida de cerca, constatando que no se tata de individuos aislados sino de la interacción con todo un contorno; para mí lo rescatable de esta manifestación sería la relación con la abuela. No sólo es admiración, agradecimiento, cariño, reconocimiento a ella sino que hay un deseo implícito, a mi modo de ver, de querer ser como ella una vez que llegue el momento de tener nietos, para asumir y repetir una serie de códigos que le han proporcionado esa alegría de vivir  trasmitida en infinidad de versos.

         -me colmo de gozo

         -su piel tacto de seda

         -soy yo quien ahora canta

         -luminaria travesía

         -la luz y el amor de la mujer emergen 

         Al margen de términos y calificativos literarios mencionaré que hay un telón de fondo a lo largo y ancho de todo el poemario y este es el llamado “beau sexe” por los franceses, es decir, el punto de vista femenino, que a su vez nos habla de un mundo femenino y se dirige a un público femenino.  Permitiendo que el lector, no importe su sexo, descubra  y disfrute de un tranquilo   oasis de tradiciones que la autora presenta a través de una clara y total convicción sobre diversos aspectos de la vida.  Mencionaré sólo algunos título de los poemas que nos hablan de mujeres: Yael, Déborah, Ruth, Rajel, Jana, Bruria y otras. Ustedes seguramente pensarán que no podría ser de otra forma si  la autora es una mujer.  Y yo termino esta idea calificando de dulce, libre y elegante la escritura de Orli, características que me llevan a situarla como poeta que afirma su posición en el mundo. 

Me gustaría concluir con una reflexión de José Vasconcelos, quien en uno de sus escritos dice lo siguiente: “tocó a México recoger buen numero de grandes espíritus”. Orli Guzik nos da testimonio de este suceso en su poema Mestizaje, con las siguientes palabras:

México,

con brazos núbiles

a mi pueblo recibiste.

         Les invito cordialmente a disfrutar este poemario.

 

 

 

 

 

 

 

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