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  Poetas argentinos, por Roberto Goijman

Silvia Pastrana

 

 

 

 

 

 

Silvia Pastrana

 

 

 

 

Recorrer el cuerpo del clavo que se oxida

mirando la puerta cerrada que da a la calle

es mirar ese hueco que traga hombres

para consumir las sábanas sucias

a la intemperie de la memoria.

Recorrer el cuerpo del clavo

que no marca la carne

sino que la pisotea

con el pie descalzo,

que la araña con las garras de las fieras

y la inmola con el estómago vacío

es no mirar

cómo se encorvan los huesos

con los vicios de otros hombres.

 

 

[el clavo que oxida, oxida otro clavo]

 

 

 

El [clavo] que oxida

siempre está mirando

la puerta cerrada

que da a la calle.

 

 

 

 

 

 

El clavo penetra.

Desciende por los huesos,

los roe sin mirar la calle de su alma.

[el clavo [no] se limita a ser lo que [no] es

en la concavidad donde sólo existe un vacío]

 

Del otro lado de la pared

                        (siempre del otro lado)

el clavo encuentra clavos

                        que comen clavos de la basura

para dejar rosas de negro sobre el asfalto

que, alguna vez, viera llover máscaras

arrancadas del sueño de la vida.

[Siempre] hay un clavo que penetra en el sueño

mientras se suceden clavos efímeros

como desmoronamientos de machos y hembras

entre las sombras degolladas por los clavos.

 

 

El clavo se hiende

su arenisca cae

como migas de pan para pájaros sin retorno.

El clavo enmudece.

Es el solitario pasajero

de una barca que desprocesa trampas

entre pequeños pedazos de ordenadas piedras.

 

 

 

 __________

 

 

 

 

 

 

 

 

21 de febrero de 2013

 
 
 

 

 

 

[Estamos de paso]

                            no estamos,

al menos, mi cuerpo,

acuchilla la puerta,

se arroja a la calle,

perpetúa el hueco

que ha dejado en su cama destendida,

se desliza,

mi cuerpo se desliza entre la palabra y el papel

y se hace vigía del sueño que [nada] ES

en la insomne paradoja del mundo interior.

Hablo desde mi devorada pupila.

[No] Estoy dentro de mis  huesos

busco  restablecer el lienzo / la primera luz

[la que desteje]

encierro las palabras mientras todos hablan

¿quiénes hablan?

me asomo a la ventana

[es que hay otro hueco]

cierro los ojos

cierro los pliegues de la memoria

entre los huesos de los duraznos ásperos

escucho las resonancias

de las pequeñas piedras

que van decantándose una a una

para hacerse polvo

[finalmente,

sólo es polvo,

lo que queda

en las esquinas de la pared]

 

(de: Hueso de durazno)

 

 

 

 

Las desnudeces,

después de las guerras, callan

Él dice que necesita silencio

(ella fuma un cigarrillo

y el humo se estrella en el aire)

Él dice que todo ha muerto

(ella cierra los oídos)

Las desnudeces,

después de arrebatarse,

defienden su territorio.

Él dice: es mañana

(ella sigue fumando el cigarrillo)

-se bañan por separado-

Las desnudeces,

en silencio,

se visten de fosforescencia

-la ropa es la de ayer-

El cuarto queda a oscuras

 

 

 

(ya no son vulnerables

las tormentas).

 

 

 

 

 

 

 

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