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3er Encuentro Internacional de Escritores Salvatierra, Gto.  

 
     
  4º Encuentro Internacional de Escritores Salvatierra, Gto., 2007  
     

7.Jul.07

 

 

 

 

 

Lucina Kathmann

 

Amarte en toda esta incertidumbre

 

 

Un nuevo tipo de mujer apareció en América Latina durante los años 70 y 80. En un ambiente de fervor revolucionario para lograr la independencia y la autonomía auténticas, mujeres, religiosos y niños tomaron las armas por única vez en sus vidas. La mujer revolucionaria se adelantó para asumir muchos papeles nuevos. En su forma más pura, era una guerrillera, luchando como compañera igual, junto a sus compañeros, como se llamaron los soldados irregulares. En el momento más crítico de la lucha revolucionaria armada en Nicaragua, en 1979, el 30% de las fuerzas armadas sandinistas estaba conformado por mujeres, y los sandinistas lograron una victoria militar.1

 

____

Andrés Henestrosa

 

 

La mujer revolucionaria era distinta en todo, aun en su manera de amar. Lejos de la versión pesada y domesticada de amor que había heredado de nuestra cultura, el ideal del amor guerrillero fue espontáneo, resistió la institucionalización y habló del filo de nuestras vidas. Atraía no solamente a las combatientes sino también a las simpatizantes de toda América. En las primeras filas o no, éramos revolucionarias y éramos importantes. Las ideas más viejas del amor, más domesticadas, simplemente no llamaron nuestra atención. 

 
   

            Apareció una literatura revolucionaria rica, como por ejemplo este poema por la gran poeta nicaragüense Gioconda Belli, que se llama La orquídea de acero:

 
 

PRESENTACIÓN DE LAS MEMORIAS

 

 

 
 

Luis Alberto Ambroggio

 
   

 

 
 

presentación de la novela

 
 

La noche

 
  de Agustín Ramos  
     
   

 

 

 
 

la delegación tulancinguense

 
     
 

Amarte en esta guerra que nos va desgastando

y enriqueciendo.

Amarte sin pensar en el minuto que se escurre

y que acerca el adiós al tiempo de los besos.

Amarte en esta guerra que peleamos, amor,

con piernas y con brazos.

Amarte con el miedo colgado a la garganta.
Amarte sin saber el día del adiós o del encuentro.

Amarte porque hoy salió el sol entre nuestros cuerpos apretados

y tuvimos una sonrisa soñolienta en la mañana.

Amarte porque pude oír tu voz

y ahora espero verte aparecer saliendo de la noche.

Amarte en toda esta incertidumbre,

sintiendo que este amor es un regalo,

una tregua entre tanto dolor y tanta bala,

un momento inserto en la batalla,

para recordar cómo necesita la piel de la caricia

en este quererte, amor,

encerrada en un triángulo de tierra.2

 

 

Aforismos de

Pteracles Arenarius

 

            Este periodo ya pasó. No he oído hablar de esta idea de amor desde hace años, tampoco he escuchado de un nuevo ideal que provoque la pasión que sentíamos en aquellos días. Las mujeres parecen haber vuelto a leer historias de amor en el autobús, a ver telenovelas, a soñar con la vieja idea de amor y a meterse en relaciones amorosas destructivas e incómodas. Sin embargo, 25 años no es mucho tiempo en la historia de la humanidad. Ya he vivido un periodo inspirador; otro ideal apasionado e igualitario podría aparecer para llamar a nuestros corazones otra vez.

 

 
   

La idea que heredamos

 

 
   

La idea de amor que heredamos en la cultura occidental no es nada igualitaria. Lord Byron, poeta romántico del siglo XIX, declaró: “El amor es para el hombre una cosa aparte: para la mujer es toda su existencia.”3 El amor que según Byron consume toda la existencia de la mujer es el amor de un hombre, pero éste no lo corresponde, porque no sueña con los mismos sueños, al menos al mismo grado.

 
   

          La Diferencia, un cuento corto de Ellen Glasgow,  trata de una esposa cuyo esposo tiene una amante, asunto de mucho menos importancia para él que para la mujer y la amante. Una amiga de la esposa le explica, “Cuando un hombre y una mujer hablan del amor, hablan dos lenguas distintas. No pueden entenderse porque las mujeres aman con su imaginación y los hombres con sus sentidos. Para ti el amor es algo en sí, un tipo de poder abstracto como una religión; para Herbert es nada más cómo se siente.”4

 
   

            Simone de Beauvoir dice, “La palabra amor no tiene de ninguna manera el mismo sentido para ambos sexos; y ésta es una causa de los malentendidos serios que los dividen.”5 Cita a Niestzsche en La ciencia jovial:

 
   
 

La palabra amor de hecho significa dos cosas para el hombre y la mujer. Lo que la mujer entiende de amor es bastante claro: es no solamente la devoción, es el regalo total de cuerpo y alma sin reservación, sin hacerse caso de nada. La naturaleza incondicional de su amor es lo que le hace una fe.” Y “La pasión de la mujer: una renuncia total de todos sus derechos. La mujer le da su propio ser, el hombre agrega a su valor al recibirla.6

 
   

            ¿Por qué es eso? ¿Cómo puede ser que muchas mujeres hacen del amor a los hombres virtualmente una religión, mientras muchos hombres, aun cuando a ellos les pueda resultar conveniente este arreglo, básicamente no les hacen mucho caso, o tal vez peor?. ¿Es algo inherente en la naturaleza de la mujer?

 
   

            De Beauvoir cree que no. “Aquí no se trata de las leyes de la naturaleza. Es la diferencia en sus situaciones que se refleja en la diferencia que los hombres y las mujeres muestran en sus ideas del amor…Destinada al hombre desde la niñez, acostumbrada a ver en él un ser soberbio al cual nunca puede igualar, la mujer…soñará con trascenderse hacia uno de estos seres soberanos, así amalgamarse con el sujeto soberano.” 7

 
   

De Beauvoir ofrece una sugerencia de otra idea de amor. “El amor genuino debe ser fundado en el reconocimiento mutuo de dos libertades; los amantes entonces se sentiría como sí mismo y el otro a la vez. Ninguno renunciaría la trascendencia, ninguno quedaría mutilado. Juntos manifestarían sus valores y metas en el mundo.”8 Pero no desarrolla bien esta idea. Enfoca más la descripción, con una claridad espantosa, del punto de vista de la mujer que cree que sólo el amor puede ser su justificación. “[La mujer] escoge desear su esclavitud tan ardientemente que le parecería la expresión de su libertad. Lo que quiere la mujer es servir.”9

 
   

Esta deprimente imagen de la vida de la mujer encontró muy pocos desafíos durante mucho tiempo. En 1970 la escritora feminista Germaine Greer escribió, “Es difícil pensar en una relación hombre-mujer en la cual el elemento del auto-sacrificio de la mujer esté ausente.”10 Cita a Engels: “La familia individual moderna se funda en la esclavitud abierta u oculta de la mujer…Entre la familia él es el burgués y la mujer representa el proletariado.”11

 
   

¡Pero no hay manera de evitar el amor! Aunque Greer admite que el amor romántico es una idea relativamente reciente en la historia, dice que ahora se considera esencial. “El matrimonio sin amor es odioso en nuestra cultura, y una vida sin amor, impensable. La mujer que permanece soltera debe haber dejado pasar su oportunidad, perdido su muchacho en la guerra, o vaciló y fue perdida. En la imaginación común las monjas son mujeres decepcionadas en el amor y las mujeres profesionales tratan de compensar así su falta por no encontrar la felicidad más honda disponible a la humanidad en este valle de lágrimas.” Para describir lo que Shulamith Firestone llama “La caza del hombre”, Greer cita de tales fuentes como un libro llamado “Cómo manejar a los hombres.”12

 
   

            Pero para el 1970 la corriente ya se estaba cambiando. Aunque se decía muchas veces que el vivir para el amor fue integral a la naturaleza y los deseos de la mujer, les pareció a algunas que las mujeres eran prisioneras de este mito, que habían estado robadas, engatusadas, defraudadas, y chantajeadas para creerlo. Muchas llegaron a pensar que sus propios patrones de conducta les estaban haciendo un daño y trabajaban en contra de sus metas. Dieron cuenta que los hombres justificaban sus actos hablando del amor con menos frecuencia y que casi nadie lo mencionaba salvo que de lo que se estuviera  hablando fuera injustificable de otras maneras. Ya había llegado la hora para una protesta. En la portada de mi copia de The Dialectic of Sex de Firestone, dice “El capítulo 6 [Amor] podría cambiar tu vida.”

 

 
   

La crítica de Firestone

El ataque de Firestone contra el amor creó un choque. En la universidad donde enseñaba, oí comentarios como, “¿Se oponen al amor? ¡Qué monstruos! ¿Y ahora qué harán esas liberacionistas?”

 
   

            Firestone, sin dejarse impresionar, contestó “El pánico que se siente frente a cualquier amenaza al amor es un buen indicio de su significado político.”13 Mantuvo que la preocupación con el amor romántico de parte de la mujer es una respuesta, mayoritariamente inconsciente, de sentir su desigualdad social frente al hombre. “No es el proceso del amor mismo que tiene la culpa, sino su contenido desigual en cuanto al poder.”14  

 
   

            Según Firestone, las mujeres representan la clase inferior sexual en nuestra sociedad. El amor entre mujeres y hombres no es entre iguales, sino entre miembros de dos clases con una gran disparidad de rango. La mujer mira al hombre con admiración. Siente que no puede comparar, sus recursos y fuerzas son mucho menos. ¿Entonces, qué puede tener? A lo mejor de alguna manera puede lograr hacerse indispensable al amado, para así ganar su amor y encontrar la satisfacción.

 
   

            ¿Pero qué querría el hombre amado con ella? Ella es un ser de rango más bajo, ¿qué podría traer a la pareja? Siente muy hondamente la desigualdad, lo cual la pone muy nerviosa. Se vuelve obsesiva, agarrándose a clavos ardientes, buscando manera de justificar que él debe elegir a ella. Debe atraparlo, hacer que se enamore de ella. De alguna manera debe lograr que él crea algún mito, alguna astuta presentación de relaciones públicas. “Para el hombre, ‘enamorarse’ es no más que la alteración de su visión macho, por medio de la idealización, mistificación y glorificación, que anula la inferioridad de clase de la mujer. La mujer, que se esfuerza mucho para producir esta condición, sabe que es una mentira y que es nada más cuestión de tiempo hasta que lo descubra.”

 
   

            “La conducta pegajosa de la mujer se debe a su situación social objetiva. En una sociedad dirigida por los hombres, una mujer que no logra alguna forma de aprobación de hombres está condenada; ellos son los únicos que están en condiciones para otorgarle el estado de gracia. La mayoría no pueden lograr validación por medio de trabajo y reconocimiento, están forzadas para buscar su autodefinición por medio de un hombre. Las mujeres necesitan el amor no solamente por razones sanas, sino para validar su existencia. Por supuesto también hay razones económicas. Las mujeres que se fusionan con un miembro de la clase dirigente  pueden esperar que algo de su privilegio se transfiera hasta ella, mientras las que no tienen a hombres padecen una vulnerabilidad aun aumentada, lo que seguramente no es la idea de libertad de nadie. Para las mujeres en la actualidad, el amor y la categoría social están entrelazados inextricablemente.”16

 
   

            Así, según este análisis, el enamorarse en un esfuerzo para mejorar la categoría social --y frecuentemente la comodidad y la seguridad-- en una sociedad en la cual las posibilidades de la mujer son muy limitadas. Aunque muchas veces se piensa que el amor hace desinteresada a la mujer, que solamente se preocupa por su amado, es más verídico el revés; es su mejor opción para mejorar su condición, y entre más desinteresada parece, más posibilidades tiene para mejorarla. Debe destinarse a él, y su inventiva y habilidad para hacerlo han llegado a ser famosas.

 
   

            Es improbable que tal caza del hombre frenético existiera en una sociedad en la cual las mujeres vieran a sus mejores posibilidades para la autorrealización por medio de sus propios esfuerzos, independientemente; pero para la gran mayoría de las mujeres, este momento todavía no ha llegado. Firestone comenta, “El amor entre iguales sería un enriquecimiento, cada uno agrandándose por medio del otro. Pero para cada periodo corto de enriquecimiento, hay diez relaciones amorosas destructivas.” 17

 
   

Desde el tiempo de la crítica de Firestone, algunas mujeres se han vuelto más conscientes de la estructura de la sociedad. Su entendimiento pueda haber ayudado a algunas a evitar unas relaciones destructivas; a lo mejor les ayudó a otras desenredarse de algunas relaciones cuando supieron que eran destructivas. Pero son pocas; el viejo modelo del amor entre los géneros es muy evidente y pocos modelos alternativos han aparecido. Todavía no sabemos qué buscar en las relaciones amorosas.

 
   

No obstante, de mi propia memoria durante el periodo revolucionario, sé que las mujeres somos capaces de más, y que somos capaces de más con o sin las mejoras en la sociedad que harían más fáciles nuestras vidas y que merecemos. Necesitamos nueva inspiración. No creo que tendría que ser una guerra, pero tendría que ser algo que pueda llegar a dominar nuestras emociones en la profundidad que nuestros deseos por la autonomía real hicieron en aquellos días.

 
   

Creo que un modelo nuevo del amor se referiría no solamente a los amantes sino a algo trascendente que ambos valorían. Los modelos que se refieren solamente a los amantes se meten en el tema de quién sacrificará para quién, invocando la dinámica de “la guerra entre los sexos” aun cuando el propósito es el amor.  Pero como los ideales transcendentes se usan regularmente para la mayor opresión de la mujer (por ejemplo, por la mayoría de las tradiciones religiosas),  la consciencia crítica de parte de las mujeres permanecerá esencial. Si alguien debe sacrificarse, que sea un sacrificio conjunto, para algo grande e inspirador, un acto de tal importancia que todos podamos enseñarlo a nuestros hijos e hijas sin vergüenza.

 
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Bibliografía:

1. de Beauvoir, Simone, The Second Sex, traducción H.M. Parshley, Bantam, New York, 1953.

2. Belli, Gioconda, “La orquidea de acero”, Ixok Amar Go, ed. Zoe Anglesey, Granite Press, Penobscot, Maine, 1987, p. 380.

3. Firestone, Shulamith, The Dialectic of Sex, Bantam, New York, 1970.

4. Glasgow, Ellen, “The Difference,” Women and Men Together, antología, ed. Gaillard/Mosier, Houghton Miflin, Boston, 1978.

5. Greer, Germaine, The Female Eunuch Bantam Books/McGraw Hill, New York 1970

6. Jiménez, Mayra, “En el Río Tamarindo,” Ixok Amar Go, ed. Zoe Anglesey, Granite Press, Penobscot, Maine, 1987, p.478.

7. Randall, Margaret, Sandino's Daughters, Rutgers University Press, New Jersey, 1981.

 

 

 
 

 Notas:

1. Randall, Sandino’s Daughters

2. Otro poema sobre esta idea del amor se presenta aquí:

 

 En el Río Tamarindo

Por Mayra Jiménez, Costa Rica

 

Veo su cuerpo joven desnudo.

Desentendido se baña mientras yo

lo observo desde la orilla.

Recuerdo en cuántas camas nos hemos acostado

en cuántas playas

en cuántas

siempre temerosa a ser sorprendida

en la tarde,

en la inolvidable noche de pasión.

Ágil

(como cuando estabas en el Frente Sur

peleando contra la Guardia)

saltas de una piedra a otra

y rápido te pones el pantalón.

Enamorados seguimos por la montaña

tú con tu browning 9 mm.

yo con un libro de poesía en mi bolso.

                                                           Ixox Amar Go p. 478

 

 

3. Byron, Don Juan.

4. Women and Men Together, p.159

5. de Beauvoir, The Second Sex, p.603

6. de Beauvoir, citando a Nietzsche, p. 603, 619

7. de Beauvoir, p.604

8. de Beauvoir, p. 628

9. de Beauvoir, p. 604 and p. 621

10. Greer, The Female Eunuch, p.159

11. Engels, Friedrich, The Origin of the Family, 1943.

12. Greer, p.209

13. Firestone, The Dialectic of Sex, p. 126

14. Firestone, p.132-133.

15. Firestone, p.132

16. Firestone, p.138-139.

17. Firestone, p.128

 

 

 

     

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