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28.Dic.08
       
   

2o Encuentro Latinoamericano de Escritores

 
    Tulancingo 2008  
   

Reconocimiento a Saúl Ibargoyen por Marisa DSantos

 
       
           
 
     
 

Carta del poeta Félix Pacheco

 
     
 

Donación de libros a Tulancingo

 
 

de los argentinos María Encarnación Anadón y Franco Gariboldi

 
 

al Centro Universitario del Oriente de Hidalgo

 
     
 

Desde Argentina, carta

 
 

de agradecimiento a la comunidad toda de la localidad de Tulancingo,

 
 

de María Encarnación Anadón y Franco Gariboldi

 
     
 

Saúl Ibargoyen: el 2º Encuentro Latinoamericano de Escritores

 
     
 

Palabras inaugurales del Presidente de la Sociedad de Escritores del Centro de México, Javier Malagón:

 
 

La Poesía, Luz de Futuro

 
     
 

Éxito del 2º Encuentro Latinoamericano de Escritores

 
     
 

Libertad de decisión de ser

 
 

por Pterocles Arenarius

 
 

en el aniversario del Monumento al Escritor Latinoamericano

 
 

el 12 de Octubre

 
     
 

Ricardo Yáñez; Puntual

 
 

por Luis Ovidio Ríos

 
     
  Nuestro paisaje  
  por Cristina de la Concha  
 

Exposición de pintura con motivo del 2o Encuentro Tulancigo

 
     
  2o y 3er Encuentros Latinoamericanos de Escritores  
  Tulancingo, Hgo., México, y Valdivia, Chile  
     
 

Reconocimiento al poeta Max Rojas

 
 

por J. Antonio Durand

 
     
 

Reconocimiento a los poetas

 
 

Saúl Ibargoyen, Ricardo Yáñez y Max Rojas

 
     
 

Dos minutos de silencio en memoria de

 
 

Magda Leticia Ortiz Ramos 

 
 

guardaron los escritores del encuentro

 
     
 

Exposición del maestro Jesús Mora

 
 

y artistas invitados

 
  Fortino Oliver y Ricardo Castro  
  Nuestro paisaje  
 

Galería Ricardo Garibay

 
 

del 8 al 22 de octubre

 
     
  Ganadores del concurso de niños y jóvenes  
     
 

Familias tulancinguenses apoyan

 
     
 

Artistas tulancinguenses participan

 
     
 

Un éxito el concurso de niños y jóvenes

 
 

Santiago Tulantepec, Atotonilco el Grande, Acaxochitlán, Omitlán, Calnalli, Pachuca y Huapalcalco en el concurso de niños y jóvenes hidalguenses

 
     
  Se extendieron las invitaciones  
     
 

CONVOCATORIAS

 
     
  Se inician los preparativos para el 2do Encuentro Latinoamericano de Escritores Tulancingo 2008  
     
   

En el marco del 2o Encuentro Latinoamericano de Escritores Tulancingo 2008, tuvo lugar un reconocimiento al poeta uruguayo mexicano Saúl Ibargoyen en el que participaron Marisa DSantos, Cristina de la Concha y Mariluz Suárez, su compañera de vida. Transcribimos aquí la intervención de Marisa DSantos.

 

Para el Diablo Apacible, alias Saúl Ibargoyen

 

 

 

La narrativa de Saúl Ibargoyen es como un volcán en plena erupción, desde ese centro de múltiples manantiales van desbordándose ríos de ácido fuego en forma de palabras que, a su paso, arrasa y enciende las otrora verdes laderas de las ideas; en su narrativa, Ibargoyen lleva estas ideas hasta las últimas consecuencias. No hay pudor en su escritura, ni moral, ni vergüenza: arrasa con cualquier impedimento que le impida llegar a la esencia misma de lo que quiere decir, como nos muestra en “Sangre en el Sur”, obra inquietante en la que habla sobre torturadores y víctimas. En esta narración, Saúl Ibargoyen abre la llave de su particular lenguaje  y cuenta la historia de Gabriela… “Era una chava guapa de verdad de cuerpo firme y trabajado por el deporte y la vida sana. Como no pudieron probarle su militancia política y sindical en el séctor de la salud pública, un oficial, un hijo de su putísima madre adiestrado en academias gringas de Panamá, se le ocurrió traer a uno de los perros utilizados para vigilancia, búsqueda y cateos especiales. “¡Desnuden a la detenida, muchachos –dijo la voz del cerdo abusivo– procedan, que tenemos carne pal gancho! ¡Así mismito, en bolas y en cuatro patas, como buena perra! Luego: “¡Ya trajeron al Bicho?” agregó la voz, medio ronca ya de la excitación. El Bicho era el perrazo que, de inicio no más, empezó a olfatear a la Gabriela por cuantas partes podía, y a lamerla también. La chava temblaba de asco, de los dolores acumulados, de la vergüenza interminable. Luego, la salivosa voz del oficial: “¡Subite Bicho! ¡Trépate a la perrita puta!” Y el bicho se trepó, desgarrando las pieles de la espalda a punta de pata, babeándose sobre la nuca, buscando furiosamente la posición para el encuentro, mientras a la Gabriela la sujetaban entre dos milicos…”

Saúl Ibargoyen, es un escritor de fronteras; sociales, culturales, biológicas, físicas, afectivas y lo reafirma en la novela La última copa, en la cual predomina la frontera de los estados provocados por el alcohol, que hacen que el personaje viva en diferentes realidades: con un pie está en el mundo de la propia realidad y, con el otro, en una muy distinta contra la que no existe amparo posible. La última copa es un acercamiento a la realidad del alcohólico, ese personaje que deambula por pasillos oscurecidos, prostíbulos malolientes y vigilias envilecidas por los vapores del alcohol, en eterna fuga; huyendo de las propias emociones, buenas o malas, porque para él sentir es causa de sufrimiento; por tanto, su meta es anestesiarse, lograr el total desarraigo de una realidad que no acepta. En la novela, Ibargoyen nos cuenta un trozo de la historia de un hombre–muchacho–niño: “… Apoyado en la barra de un burdel llamado El Infiernillo, el mozo se dijo:“…Ya ni veo lo que estoy chupando, y  sintió de un madrazo que el cuerpo se le achicaba, que había entrado con aprestos de hombre, para luego pasar a mero muchacho y después a casi niño, un niño que se agarraba del borde de la barra, mientras las náuseas le estallaban hasta por los ojos y narices

Como ya nos tiene acostumbrados a lo largo de su obra, el narrador juega con el lenguaje; de pronto nos encontramos ante un párrafo de palabras encadenadas en las que prevalece una letra que se repite una y otra vez hasta dejarnos sin aliento: “…En un bar hirviente de ruidos, risas, reflejos, rechazo, recaídas, respiros, renuncias, relajos…” Sobre esta modalidad, el autor comenta: “Sé que algunos piensan que mi prosa es muy barroca, excesiva, demasiado metafórica, pero es lo que yo hago; siempre necesito buscarle algo, ese barroquismo, la metaforización, en definitiva: buscarle algo más a la palabra”.

Pero la narrativa de Ibargoyen no siempre es desvergonzada y lenguaraz, con frecuencia nos encontramos con fragmentos en que la poesía prevalece y su lenguaje se vuelve musical, amoroso “… El niño cerró la quijotesca lectura de esa tarde, puso el libro en su lugar y ya dirigiéndose hacia la calle, vencido el solitario espacio de los primeros patios, miró hacia la recámara de don Silvio. El niño vio  una cama de alineadas sábanas y mantos, una silla sin nadie encima; dos varoniles zapatos desorientados al pie de un pálido ropero y una mesa desnuda de manteles y jarrones: sobre su tapa de existencia cotidiana, dos vasos delgados, el uno puro de vidrio transparente y el otro con una mitad plena de fulgor amarillo. Dos vasos casi pegados a la botella madre....”

La obra narrativa de Saúl Ibargoyen está relatada a través de varias voces; fiel a las palabras dichas por Saramago: (…no importa quiénes sean los narradores, no importa cuántas voces haya, lo que importa es que el relato fluya…) Ibargoyen construye su historia al amparo de esa multiplicidad de voces, que al mismo tiempo son múltiples puntos de vista.

          Y para los que pensamos que todo escritor le da vueltas a sus propias obsesiones, yo diría que en la obra de Ibargoyen hay un tema recurrente y éste es el hechizo de la Musa. Aún no sé si él persigue a las musas o si éstas lo persiguen a él, pero siempre están presentes en su obra: la Musa parece ser tan necesaria para el escritor como el vino para el alcohólico. Ese oscuro objeto de deseo, a veces Querube, a veces Mesalina coquetea con él, hace que sangre su pluma o que se detenga. Sin ella, sin la Musa, la búsqueda de palabras se hace inútil. A la inestable Musa la odia, la desea, la insulta; en ocasiones las viste con níveas túnicas y en otras las desviste y las deja en calzones negrísimos y breve sostén, porque bien sabe Ibargoyen que a la inasible Musa no le bastan las palabras encadenadas, ni los versos, ni las décimas, ni siquiera los sonetos: ella lo que quiere es torturar al autor, chuparle la savia hasta dejarlo a él en calzones y cuando lo consigue se va con otro; al fin mujer, como dirían algunos hombres.

          En su desesperación por conocer los tortuosos senderos de las diferentes Musas inspiradoras, en su último libro de cuentos, Ibargoyen le pregunta a una de ellas “… ¿Cómo te llaman, eh? ¿Cómo te pronuncian en lo sonoro? Decime…”

          –“¿Cómo? Pues… ni sé. A veces… Miriam… María… Mara…Algunos, como perdidos, me dan el apelativo de Musa…?

          –¿Musa?

          –Sí.

          –¿Y eso qué es? Parece un nombre como de música cortita, sin acento, interrumpida a media respiración…”

          –Qué te digo, pues…Así esos…aquellos me andan nombrando”.

Al leer la narrativa de Ibargoyen las fronteras se desvanecen. En algún momento de la lectura, siento que los mares que separan a la humanidad se vuelven uno solo al conjuro de sus palabras y es entonces cuando pienso en lo que el escritor ha dicho más de una vez: La palabra escrita tiene mucho poder y yo añado que, a menudo lo olvidamos  y es ahí cuando la escritura se vuelve irresponsable y vana.

También dice que los huérfanos de patria como él y algunos más, tienen que inventarla cada día desde la propia memoria y, en esa búsqueda continua de hacerte un lugar, uno va conformando patrias, la patria de los amigos, de los amores, de la escritura, de la lengua materna, pero siempre hay una orfandad, una orfandad de patria.

Y, desde este valle llamado Tulancingo, sede y reunión de locos escribidores, este sencillo reconocimiento de mi parte al poeta, al narrador, al incansable hacedor de Musas; pero sobre todo, mi reconocimiento al amigo entrañable que para mí es Saúl Ibargoyen.

 

Marisa DSantos

11 de octubre de 2008

 

 
           

 

Gracias por su visita

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