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14.Feb.08

     
Poesía para este 14 de febrero    
Dinko Pavlov Miranda    
     
     
 

 

 

 
     
 

Recuerdos, parásitos del alma,

se apoderan de tiempo y espacio,

murmullos siniestros

anuncian soledad,

tus pasos ya vacíos

se pierden en la esquina

del siglo pasado

y ya no te busco,

ni siquiera me busco.

 

 

 

La ciudad insomne,

sus cuadrados ojos abiertos,

reposa con latidos sincopados

cabalgando callejones y esquinas,

oscuros ladridos la desbordan

más allá de sus límites.

Mis ojos suspendidos

hieren la noche,

mientras arden mis venas

el sol en ellas,

taladro tus entrañas

dando luz a tu histérica ceguera.

   

 

Tras la vidriera

donde me ha ubicado

tu indiferencia,

anuncio tu pausada muerte,

tu lejanía lenta,

enfriando cenizas;

desde hoy

te vuelves pasado irremediable

como la voz que te anunciaba en mí,

quemando tus fragmentos

como alas de mariposa

a la luz de las brasas,

  lo anuncio desde hoy.

 

 

 

 

Quiero tu voz cambiante como las estaciones

invitando a la paz y al silencio,

esa voz leve, cantarina, de manantial casi,

o espesa, la locura misma…

 

 

Y te vas perdiendo,

volviéndose transparente tu espalda

a cada paso

hasta quedar sólo azules chispazos

disipando tu esencia,

y va amaneciéndome

una orfandad,

tragando la noche,

muriendo sin mi oxígeno vas,

llegarás al amanecer

desamparada,

náufraga de tu incapacidad de sentir.

 

 

Sin tus señales vitales

de por medio

se ahoga mi alma,

no logran retener mis ganas

 tu estilo táctil,

 tu lenguaje voraz,

mi piel oscurece a tu recuerdo

resbalando, cayendo de la tarde,

mis entrañas

claman por tus misterios nocturnos.

 

De CUANDO  LA  TARDE  LANGUIDECE RENACEN  LAS  SOMBRAS

 

 

 

     
  más de Dinko Pavlov Miranda:  
     
  de VERSOS PARA UNA SIRENA SOLITARIA EN LA CALETA  
     

 

     
     
 

 

 

Desnudándome voy,

emprendiendo vuelo con los caiquenes,

ellos a tierras cálidas,

yo tras tus ángulos y rincones

a cosechar versos,

a tatuar algo de merecida felicidad

en cada milímetro de piel.

Por el eco que resuena

en tus palabras,

tu lenguaje se vuelve sol

en mi  Patagonia.

 

 

En este frío confín

tu imagen se  convierte en estío,

la certeza de una pronta cercanía

inunda rincones,

fabrica puentes para saltar charcos

y otras locuras

a las que mi condición de bardo

recurre con frecuencia,

cuando tu eterna seducción

se hace presente,

imperiosa,

arrebatando lo que hay

ante mis sentidos

y la dejo hacer conmigo

lo que repetiré para ti,

luego.

 

 

 

Siento extraño

como se han ido llenando

mis espacios viscerales y cerebrales

al conjuro de tu nombre,

al recuerdo de tu mansedumbre,

del tenue rocío de tus ojos

resbalando en mi pecho.

Estando mi alma extraviada

entre dos siglos de búsqueda,

la luminosidad que irradia tu mirada

cuando la cruzo,

atenúa mis impulsos,

aplaca mis demonios siempre al acecho;

pero vendrá la distancia inexorable

a cobrar su precio,

condenándome a la nostalgia,

a la virtualidad,

sin ser exactamente un virtuoso

en materias del corazón;

me cuestiono atravesar tu puerta

que se abre generosa

a esta ternura imprevista e ignorada

que me asalta y desnuda.

 

 

 

Has jugueteado el día entero

retozando entre mis cosas cotidianas,

te asomas y te escondes

velando mis pesares y torpezas;

el recuerdo de tu aliento suaviza todo,

de tu risa franca,

de tu desverguenza y soltura,

allí estás...

abreviando distancias y saudades,

avanzando lenta

hacia la imprescindibilidad;

cuando siento mis manos llenas de ti,

de las redondeces rotundas que recorrieran,

con la codicia de querer hacerlas

mías nada más,

el recuerdo de tu abandono

mezclando nuestras humedades,

arrebatando el paraíso terrenal

a Adán y Eva,

repartiéndonos la manzana prohibida

en dos, no me abandona.

 

De LOS ÁNGELES NO TIENEN SEXO, PERO... YO SÍ

 
     
     

 

 

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